Estupenda, y otra joya que añadir a la lista del director. Esta es la tercera que veo de él (tras La mujer en la arena, espectacular, y Rikyu, no menos buena), y todas me han parecido sobresalientes y muy personales; en esta, el humor fantasmagórico le da un toque diferente a las otras y, sabiendo que es su primera obra de ficción, deja entrever de forma muy clara las obsesiones y universos que tanto le gustaban y que exploró incansablemente en la mayoría de sus obras posteriores.
¡A por la siguiente!