Pues sigo con Kumakiri, y en este caso con su proyecto de fin de carrera que posteriormente se convertiría en su primera película.
Y claro, como es de esperar de un proyecto universitario la obra cuenta con unos medios ínfimos, compensados con gran cantidad de carne picada y un montón de botes de ketchup como principales efectos especiales. ¿Y que es lo que aquí tenemos? Pues un filme de cine experimental con mucha ultraviolencia, mucho sexo cuasiexplícito y con un aire que en ciertos momentos me recordó, y discúlpenme la herejía, al cine de Yoshihiko Matsui, sobre todo en su psicótica e histérica segunda mitad. Aparte de eso hay muchos detalles de dirección y fotografía que ya indican los derroteros que tomaría su cine posteriormente, aunque por otro lado carece del estudio psicológico de personajes que serán seña de identidad de sus mejores películas.
Una película que no se puede comparar en calidad a cosas posteriores como Antenna o Hole in the Sky pero que se hace querer por su radicalidad y absoluta falta de vergüenza, y que termina engrandeciendo finalmente su curriculum aunque solo sea por haber rodado un filme de este estilo.