La verdad es que cada vez me gusta más el amigo Park. Cada nueva película que veo destaca muy por encima de todas sus coetáneas. Te hace pensar. Se toma su tiempo en definir el escenario, sus personajes, el ambiente. No deja nada al azar. Encuentra el ritmo acertado en todo momento: cuando hay que correr se corre, y cuando hay que contemplar se contempla. Parece mentira que algo que resulta tan de sentido común como aplicar el ritmo correcto en cada momento respecto de lo que quieres contar y quieres hacer sentir al espectador sea tan escaso, tan poco aplicado por la mayoría de directores, que parece que van a lo suyo y al tío que se pone delante a ver lo que han filmado, que le den. Aunque muchas veces la culpa no la tiene el director, sino el productor, claro está. Pero bueno, eso sería un debate más general y aquí hemos venido a hablar de "Sympathy for Mr. Vengeance".
Lo primero que conviene comentar es el propio título de la cinta. Me da la impresión de que "Sympathy" es uno de los dos mayores "falsos amigos" del idioma inglés en español, junto con "actually". Sympathy significa compasión o comprensión, y es importante porque el matiz hace que el tal "Mr. Vengeance" del título, en mi opinión, en realidad no se refiera a ningún personaje concreto, sino a la venganza en sí, como un ente ideal que está omnipresente durante todo el relato. La venganza bombea ira y rabia en los personajes, les lleva al límite, les obnubila hasta el punto de que terminan haciendo lo que no quieren y en el fondo les molesta o les hace sentirse fatal. No por casualidad los pensamientos finales que se escuchan en la cinta son "sé que eres una buena persona... pero sabes que tengo que matarte", que es un pensamiento absolutamente desolador porque reafirma que en el momento en que se desencadena la espiral de violencia producida por la idea de la venganza, nadie es capaz de pararla aun sabiendo que lleva a todo y a todos al abismo.
Toda la película está enfocada para llegar a esa idea final, que es el culmen de la filosofía que Park quiere transmitir, y que nos deja con mal cuerpo sin duda. De esas sensaciones que no te quitas de encima durante bastante tiempo. Que te hacen plantearte si estando en el lugar de alguno de los personajes serías capaz de actuar de otra forma, o es que todo queda predeterminado en el momento en que se activan los primeros compases y no hay manera de divergir o de detener el desenlace. Por tanto, objetivo conseguido de manera brillante.
El argumento: un chaval sordomudo (genial Shin Ha-kyun) desea conseguir que su hermana enferma reciba un transplante de riñón, pero aunque tiene el dinero no termina de encontrarse un donante compatible. Él mismo podría ser donante vivo, así que como no lo consigue por la vía "legal", decide contactar con unos traficantes de órganos (una familia de alivio, con la madre yonqui y los hijos depravados) para que a cambio del dinero que tenía ahorrado, le extirpen el riñón de manera "casera". Pero la familia desaparece con el dinero y el riñón, dejando al tipo tirado y hecho polvo. La casualidad quiere que justo entonces le informen de que han encontrado un donante compatible, pero ya no tiene el dinero. Para poder conseguirlo, junto con su novia anarco-comunista-revolucionaria, decide secuestrar a la hija pequeña de su ex-jefe, un empresario ingeniero eléctrico (increíble Song Kang-Ho) y exigir un rescate. Pero son tan chapuzas que van dejando pistas por todas partes. Lo cierto es que tienen a la niña como si no estuviera secuestrada, engañada como si su padre la hubiese dejado al cuidado de esta tropa. De hecho, la hermana del protagonista piensa que es así, hasta que descubre que la han secuestrado para obtener el rescate y poder financiar su transplante. A partir de ahí suceden una serie de acontecimientos trágicos que desencadenarán la ira de los personajes principales, que ya no pueden parar y llegan todos hasta donde les dan de sí sus posibilidades para vengarse de todos los demás, sin freno.
Formalmente no se le pueden poner peros. La fotografía, el montaje, los escenarios... son todos excepcionales. Quizá hay algún plano fijo en la primera mitad de la película que se hace innecesariamente largo, pero esa manera de rodar permite que nunca nos perdamos ningún detalle importante, que es muy de agradecer en esta época de montajes hiperactivos. Además, cuando tiene que ponernos un primer plano nos lo pone, tampoco es que sea un documental, ni mucho menos. Eso sí, es una película singularmente violenta. No gore, pero sí con escenas desagradables, incluso muchas veces con simples fuera de campo. Abstenerse espíritus delicados.
Imprescindible, alto alto.