¿Se permiten tacos en este hilo?
Pues, ¡acojonante!
Qué habilidad vuelve a tener este hombre para dejarnos hechos trizas y preguntándonos cómo lo ha conseguido partiendo prácticamente de nada.
El agua... símbolo de vida, de pureza, aquí nos persigue, nos asfixia, nos destruye.
Esas escenas dantescas con el piso inundado, esos trapos que empapan el agua que se filtra por todos los lados, me han traído a la mente aquellos primeros espectáculos terribles de La Fura del Baus.
Y los números musicales... cursis, como los llamaba un forero... Sí, la película, sin ellos, ganaría en intensidad y en crudeza, pero, con ellos, se potencia un cine del absurdo y a la vez se nos da un leve respiro. Estos personajes al menos son capaces de soñar, bueno, ella es capaz de soñar y de hablar por teléfono con un interlocutor inexistente, porque yo no me decanto por pensar que esté hablando con ¡¡¡el fontanero!!!
Y esos números musicales son precisamente los que permiten al director dejarnos con ese final para la esperanza... una esperanza falsa y traidora porque ya hay heridas de muerte.
Aunque la auténtica esperanza, el auténtico milagro nos viene de ese brazo en el más puro estilo renacentista que nos rescata como si de ‘La Creación’ de Miguel Ángel se tratara.
Tabiquemos los agujeros de nuestras almas, pero pongamos un agujero en nuestras vidas.