Magnífica.
Ahora Aoyama nos cuenta una historia perturbadora, bastante bonita de a ratos pero con un trasfondo pesimista que termina resultando muy triste. Se explora cuáles son las marcas que puede dejar un suceso traumático en la vida de las personas, qué vías de escape y consecuencia puede conllevar. Todo esto con una fotografía brillante y un estilo menos marcado que sus obras anteriores pero siempre con su sello característico. Pura poesía además del genial Kôji Yakusho como protagonista.
Me ha gustado la manera de retratar la psique de las personas sometidas a semejante trauma. De cómo se repiten las acciones y el deseo de volver a empezar de cero o de escapar.
El inicio del filme es brutal, esos primeros 40 minutos no tienen desperdicio. Se desinfla un poco hacia el final, pero bueno.
La vi mobrada recientemente un una de estas listas de "los 1567 mejores filmes japoneses" (jeje, naa, era un top-100) la ponían como una de las mejores de la década.
Bueno, muchísimas gracias por las recomendaciones, fichas, subtítulos y ademases. Recomiendo impertentinamente su visionado.