Pues nada, ya me he visto la versión larga... Yoshida sigue el aire de los tiempos (no olvidemos el 68 francés y los propios movimientos en Japón) y decide ofrecer una película arriesgada y única, en la que busca que el espectador juegue un papel más allá del de simple espectador y le ofrece un juego de espejos e imágenes, de pensamientos que se entrelazan a diferentes niveles para construir una reflexión sobre la anarquía y, en particular, el amor libre, que propugnaba Sakae Ôsugi, además dando ejemplo, con una mujer y dos amantes, en los años veinte.
Yoshida construye dos visiones paralelas: la vida de Ôsugi y una mujer en los años sesenta, llevando a la práctica las ideas de éste y reflexionando sobre ellas (contapunto). Pero más allá de la historia en sí, realmente esta es una película de Yoshida hasta la médula, porque es su manera de rodar la que la determina de principio a fín... Lejos de permitirnos una fácil identificación con los personajes, Yoshida a través de planos imposibles y luces más imposibles aún (toda la película es de un blanco y negro violento, brutal, saturado), no nos deja entrar en ningún instante más allá de lo que a él le interesa según los momentos, y así nos vemos envueltos en una maquinaria cinematógrafica extrema, pero que lejos de dejarnos fríos y distantes (que es lo que se suele conseguir con estas cosas), en ningún momento salimos de ella. Yoshida se la juega en todos los terrenos: una banda sonora magnífica, que incluso superpone temas, unos actores excelentes, que poco a poco van deslizándose hacia la danza o el teatro, la fotografía, magnífica, y sobretodo, algo de lo que este hombre es poco menos que un genio: el plano, el encuadre... La exhibición que realiza en estas tres horas y medias del arte de encuadrar es verdaderamente de antología, y en ella está buena parte de la historia de película, porque para Yoshida la posición de la cámara es algo fundamental, una parte más de la historia.
En fín, una obra de su tiempo, compleja, sí, pero una verdadera joya del cine...
Y bueno, gracias de nuevo a Mizoguchi por los subtítulos, que son un verdadero lujo...