Obra maestra. Lo primero que se me ha venido a la cabeza al acabar de ver esta película, y durante toda ella en numerosos momentos, es que acababa de ver una obra maestra del cine.
Por muchas razones:
- Por su fotografía.
- Porque nos narra una historia, o mejor dicho, nos muestra la vida (dura vida) de una familia básicamente con el apoyo visual. Porque en esta película no son necesarios los diálogos: todos tienen clara su función, lo que tienen que hacer; los sentimientos se expresan perfectamente con el cuerpo, con las expresiones de la cara…
- Por su banda sonora: prácticamente una sola musiquilla que se repite continuamente, acompañando la narración del ciclo de la vida, de las estaciones…, cíclicamente ella también, para cambiar únicamente anunciando una tragedia para luego volver a sonar igual tras la muerte, simbolizando que ésta no es más que otro momento, duro sin duda, del inevitable ciclo de la vida.
- Por la manera sublime de intercalar rudeza y belleza: ese mar jugando con la piña, ese trigo mecido por el viento…
- Por la capacidad de empatía que transmite: sufres pensando que el agua se pueda derramar, sonríes cuando sonríen los personajes, lloras…
Seguro que si la veis añadís muchas otras razones de vuestra cosecha.
MieMie.