TRAN ANH HUNG
EN LAS RAICES DE LA VIOLENCIA
ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS
EL PAIS | Cultura
Los críticos que concedieron por unanimidad, en un debate que duró menos de un minuto, a Cyclo el Premio de la Crítica Intemacional en la Mostra de Venecia -donde su triunfo se hizo absoluto al ganar el León de Oro- fundamentaron la decisión en que es un filme que "con coraje moral y riesgo estético desvela las raíces de la violencia contemporánea".Es así. Eso indaga este durísimo (cercano a lo terrible) y más que notable filme. Y lo que su visión proporciona al espectador: un crudo y vertiginoso desvelamiento de la raíz de la violencia un reláto que penetra en los laberintos subterráneos (físicos,mentales y morales) urbanos; de ahora mismo en cualquier zona del mundo. Si pensamos que el director y escritor de Cyclo -un vietnamita formado en Francia, donde emigró cuando era un niño- tiene al rededor de treinta años, lo que en su oficio es edad de aprendizaje, y que este es su segundo el primero, El olor de la papaya verde, es casi su antípoda en cadencia largometraje, hay que añadir a sus muchas calidades la de lo sorprendente: es rarísimo que un cineasta aprendiz logre tanta cercanía entre lo buscado y lo encontrado.
Tran Anh Hung exploró en El olor de la papaya verde la interioridad de la familia. en las tradiciones de su país natal. Y si en su indaga ción se orientó allí hacia la figura de la madre, ahora, en Cyclo, busca al padre en cuanto vacío innumerable generado por una sociedad donde la violencia se traga infinidad de hombres y sólo deja su hueco en la vida, la memoria y la conducta de quienes engendró. Todo en Cyclo gira alrededor del padre, pero sin Ia menor presencia suya. Es el relato" de un ámbito donde no hay lugar para el hombre adulto más que como sombra o carencia. Una metáfora, por tanto, de la orfandad -vietnamita en primer término, pero con poder de metáfora respecto de cualquier otra- que emerge de los escombros de la guérra cotidiana, con millones de batallas diarias, que hay entre las tres cuartas partes de la humanidad en este capítulo de su historia que nos toca vivir.
Tran Arth Hung -estudiante de cine parisiense- carece de imágenes vividas por él de la trituradora de seres humanos en que se convierte el enorme mundo de los pobres, condenado a imitar al pequeño mundo de los ricos. Ese sumidero interpreta las leyes del mercado a su manera de ámbito de supervivencia, donde la, más minima pugna en torno a la más mínima ganancia se transforma en violencia fuIminante, desatada, absoluta: un crimen alimenticio continuado en un encadenamiento sin final, como el engranaje de una bicicleta de carga, de un cyclo. Al carecer de imágenes suyas de este infierno, Tran Anh Hung acude a su prodigiosa memoria visual y busca en el lenguaje del cine las inflexiones que conjuguen este horror. Y las encuentra.
Dentro de Cyclo, además de la referencia a Ladrón de bicicletas en el título y en el suceso desencadenante, hay una inteligentísima rebusca de las tripas del cine, en la que se distinguen destellos vivísimos, ante todo de la mirada de Luis Buñuel; y también de las de Franju, Bresson, Malle, Rossellini y los clásicos del cine negro. Cine sobre cine, pero más que eso.
De ahí proviene cierta dificultad en la contemplación del filme, pero también un atractivo adicional de éste, que es por ello (igual que puede resbalar en la piel de quien en la pantalla sólo busca entretenimiento) de visión indispensable para quienes conciben el cine como punto de encuentro frontal de dos esfuerzos imaginativos: el del cineasta y el del espectador.
El País, 2 de diciembre de 1.995
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HACER CINE COMO RESPIRAR
A. F.-S. - Venecia
EL PAIS | Cultura
Nada, menos parecido a una película de aprendizaje que El olor de la papaya verde, primer largometaje de-un joven vietnamita criado en Francia y llamado Anh Hung Tran. Antes de cumplir 30 años, que para el oficio de cineasta es todavía tiempo de infancia, este aprendiz hizo en ella difíciles y delicados equilibrios de madurez, de los que era indicio la cercanía entre lo que buscaba y lo que encontraba. Da la impresión de que en vez de hacer cine, lo respira. Pero gente así, en este oficio, suele ser ave de paso. Se vacían en su primera aventura y luego se estancan o retroceden. Es casi la norma, aunque haya excepciones.La excepción por excelencia se llamó. Orson Welles, que a los 26 años hizo Ciudadano Kane y dos años más tarde logró en El esplendor, de los Amberson ir más lejos, afrontar con mayor afinamiento una proeza menos brillante pero mucho más compleja. El olor de la papaya verde no es ciertamente Ciudadano Kane, por lo que el arranque de Anh, Hung Tran es más humilde. Pero es una madura obra que ahora, en CycIo, dos años después, este cineasta ingénito convierte en casi una pequeñez. El jurado de la Fipresci funda su reconocimiento unánime al estremecedor filme en esta idea: "El vigor moral y el riesgo estético con que desvela las raíces de la violencia contemporánea". Nada menos. Pero no hay exageración alguna en tan graves, palabras.
El nivel medio del concurso no ha sobrepasado en Venecia- 95 la corrección. Abundante cine interesante, pero, hasta la llegada de Cyclo el pasado miércoles, ninguna obra con el indefinible aroma de la excepcionalidad. Podía por tanto tratarse de un espejismo, de una sobrevaloración por contraste, fenómeno que se produce con frecuencia en los festivales, donde el juicio comparativo es inevitable. Tener decenas y decenas de concursos de este tipo a las espaldas le hace a uno dudar de su propia sombra, y este cronista intentó desvanecer el riesgo de espejismo yendo a ver Cyclo por segunda vez, ya aventurada e impresa su primera impresión de haber asistido a un filme excepcional. No sólo se reafirmó en lo dicho, sino que tuvo la sensación de haberse quedado corto, porque se abrieron en la pantalla grietas que le habían pasado inadvertidas y cuyo fondo todavía se le escapaba.
Fui a una tercera proyección del filme. La sensación de no llegar a sus zonas subterráneas aumentó. Y sigue aumentando.
El País, 10 de septiembre de 1.995
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"LA VIOLENCIA DE 'CYCLO' ES UNA METÁFORA DEL INFIERNO", AFIRMA EL GANADOR DEL FESTIVAL DE VENECIA
FRANCISCO FORJAS - Valladolid
EL PAÍS | Cultura
"La violencia en mi película en una metáfora del infierno por el que tienen que pasar las personas a lo largo de su vida", aseguró ayer en Valladolid el director vietnamita Tran Anh Hung, que, con su filme Cyclo -ganador de la última edición de la Mostra de Venecia-, fue el encargado anoche de inaugurar la 40ª Semana Internacional de Cine de Valladolid. Este director de 33 años asegura que continuará eligiendo Vietnam como escenario de sus películas.
Cyclo recrea la vida de un joven huérfano que vive con su abuelo y que debe ganarse la vida como conductor asalariado de un ciclo-taxi en la ciudad vietnamita de Ho Chi Minh. El arranque de la película, inspirado en El ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica, tiene también, según la crítica, otras influencias de realizadores como Godard_y Bresson. Cyclo es, según su director, una buena combinación de imágenes rápidas y una música cambiante que trata de transmitir al espectador la fatiga y el cansancio que sufren los ciudadanos de la ciudad que en los años sesenta ocuparon las tropas norteamericanas durante la nunca declarada guerra del Vietnam."No he tratado de hacer filme realista, dado que la realidad documental no existe; doy más importancia a la realidad que viene de la mente", aseguró ayer en Valladolid Tran Anh Hung, autor, además, de la película El olor de la papaya verde, ganadora del premio de la Cámara de Oro de Cannes. El realizador dijo también: "Nunca utilizo ni utilizaré ninguno de mis largometrajes como arma de combate", en clara referencia a la situación política que atraviesa su país de nacimiento y a pesar de que vive en Francia desde los 11 años.
La única reseña autobiográfica que el autor ve en Cyclo es "Ia identificación entre padre e hijo que al final le permite salvarse del infierno en que se había convertido la vida del protagonista". A través de unas imágenes que en principio pueden parecer de extrema violencia, el cineasta trata éstas con un rigor estético que desentraña las raíces de la violencia contemporánea. Tran Anh Hung ve los festivales como "el único lugar posible de promoción para el cine independiente frente a la industria y el poder cinematográfico americano".
El País, 21 de octubre de 1.995