Yukisada se ha querido marcar una película malota y no le ha salido para nada. Son tan evidentes sus ganas de hacerse el machote que resulta difícil creérselo ni con la mejor de las intenciones, y este repaso a todos los males "de moda" de la adolescencia canalla y moderna le ha quedado como un remiendo en donde te mete que si bullying, que si anorexia, que si suicidios, que si homosexualidad, que sí sexo shungo, que si drogas, todo en plan tan ¡hala!, ¡que no falte de nada! que termina siendo un poco risible.
Te mete una escena "fuerte", luego una esteticista, otra "jodida", y ahora un intermedio sensiblero, otra de "hay pero que malos son", y a continuación un poco de intimismo puber... pero carente de una continuidad que de un mínimo de trascendencia a lo que nos está contando.
Al final lo mejor y más recordable son los ojazos de la hija de Tadanobu Asano, alguna escena suelta y poco más.
No es un pestiño de escándalo como sus dos últimas obras, lo que pasa es que él no sabe hacer según que clase de películas, y menos cuando en este caso apesta a impostura y quererse dar aires de ser la clase de director que nunca ha sido.
Ver se puede ver, pero sin escándalos.