Vista.
Muerte de un ciclista es una película de 1955, producción hispanoitaliana di¡rigida por Bardem (padre... supongo) que yo por largo tiempo he estado creyendo que era una peli italiana y punto, olvidando el protagonismo de Alberto Closas y la sí italiana Lucía Bosé. Para que se vea lo poco que sé de cine.
¿Y por qué menciono esa película que tan poco gustó a la censura franquista? Pus porque esa sinopsis provisional en inglés de arriba no vale un pimiento y en esta película todo comienza porque dos amantes clandestinos (ella casada con un profesor universitario mucho mayor que ella, él alumno del profesor) presencian un asesinato como únicos testigos pero deciden no decir ni pío a nadie para no comprometer su precaria situación («¿y qué hacían Vds. a esa hora en el bosque, y por qué estaban escondidos y el criminal no los vio?», etc.). Y eso me ha recordado inevitablemente a la película «italiana» en cuestión. Las fechas lo hacen posible: ¡cine español influyendo en el cine nipón de los cincuenta!
Sensacional noticia que seguramente no leeréis en el periódico ni de ayer ni de mañana. (Bueno, si es en el de mañana a lo mejor será porque el periodista me plagió
)
Vale. Ahora centrémonos. Kö Nakahira: el director de Fruta Loca (Crazed Fruit), esa peli emblemática de la Suntribe. Esta no es una peli encuadrable ahí, es un noir a la «ciclista» como decía, una peli de culpas, remordimientos y reputaciones en peligro. Pero los diez primeros minutos algo me dice que fueron el récord japonés de besuqueos «a la francesa» en su día. No es que no paren, porque algo hablan, pero cuando uno lleva una temporada viendo casi exclusivamente pelis de esos años, finales de los cincuenta, esas cosas se notan. Y además de esos French Kisses insistentes, hay tocamientos pectorales a solicitud de la interesada. Con ropa por medio, pero eso es lo de menos. Todo esto debió de impactar y ser la comidilla, en la época, en Japán. Y más curioso aún es que la besucona sea Yoko Katsuragi: esa chica que había comenzado haciendo de santita, por ejemplo la niña enferma hija del abogado (Takashi Shimura) de Scandal (Kurosawa, 1950), y la enferma amada por Rentaro Mikuni en aquel Kinoshita tan nevado cuyo título ahora mismo no recuerdo pero creo que incluye un
ángel que no es otro que la chica. Quizá a Yoko terminó hartándole hacer esos papelitos, porque esta de 1959 no es la primera vez que la veo haciendo de chunguilla. Lo de mala mala tampoco es que le acabe de encajar. En esta peli digamos que simplemente de santita no hace
y que lo que hace está muy bien.
También se puede relacionar con la filiación suntribe (tribu del sol) del director la banda sonora, en la que abunda el jazz moderno, rayano a ratos en el r'n'r. El responsable es un Toshirô Mayuzumi que mira por dónde resulta (me he enterado hoy) que fue el maridete de Yoko Katsuragi, para toda la vida (ambos fallecieron ya, él en 1997, ella en 2007
). Y de este modo se hizo posible una futura película sobre
Rampo en 1994. ¡El pañuelo es un mundo!
Qué maravilla esos 72 minutitos. Breve y contundente