La paso a Hong Kong. Esta película tiene muchos hongkoneses por metro cuadrado, empezando por su director. Eso sí, su devoción hacia la madre patria china (y el dinero que les han dado) es incuestionable. ¡Viva la exaltación y devoción total por la nación china!
Otra cosa no, pero algo han aprendido del cine americano: pon banderas chinas por todos lados, muestra el poderío militar y policial que tenemos, y que quien toque a un ciudadano chino (o a muchos) lo pagará, usando todos los medios posibles sin importar el país, que son muchos, acordes a un gran país. Cierto que deberíamos estar acostumbrados... si no fuera porque lo que veíamos era cine hongkonés y eran algo más sutiles (aunque no exentos de estas cosas... ni mucho menos).
Dicho lo cual, la película me ha gustado. Las escenas de acción (que son la inmensa totalidad del metraje... aquí no se han ido con tramas paralelas ni historias amorosas... vamos, no más allá de unos pocos minutos) están muy bien, aunque sufren de lo que sufren otras tantas producciones actuales: el ordenador mal entendido. Vamos pasando del cine al videojuego con una facilidad pasmosa. Pero bien, la ambientación está muy bien, la acción está trabajada (es el coreógrafo de The assassin, de Hou Hsiao-Hsien, aquí trabajando escenas a una velocidad mil veces superior), los personajes son los de siempre y el conjunto es una película entretenida, que no se hace larga, que tiene su toque previsible y que tal vez saca muchos personajes (sobre todo malos) lo cual le impide desarrollarlos, porque está muy ocupada liquidándolos.
No es una maravilla, si es de las mejores películas de acción de este año (ahí el campo se acorta notablemente), se deja ver muy bien, no le cambiará la vida a nadie, y, entre medias, nos va a dar un subidón chino espectacular (y me temo que de eso se trataba). Basada en hechos reales, dice... Bueno, si luego cuando la veáis os pica un poco la curiosidad, veréis que le falta poner: basada en hechos reales, convenientemente llevados a nuestro terreno e intenciones
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