¡Hola, comunidad!
Fue el rapaz este, el subeteorimono, quien me dio pie a comentar lo que sigue con una intervención suya en el hilo de la primera parte. Vaya por delante: como suele suceder, perdida la novedad, la segunda parte disimula menos que la primera y es algo peor incluso que aquélla.
Me molesta, pero lo puedo superar, esa cosa recurrente en el mensaje a la juventud: encontrar y satisfacer tu función dentro del colectivo va a solucionar tus problemas individuales. Lo que no puedo superar es lo mal que se lo cuentan. Aunque el cómic y el cine comparten una mecánica secuencial en la narrativa, no pueden utilizar siempre los mismos recursos. (Vayan los nombres por delante:) Eiichirô Hasumi (dirección) y Tatsuya Kanazawa (screenplay) hacen un mal trabajo. La única manera que se les ocurre para que te enteres de lo que está pasando es que los personajes se pongan a hablar en primera persona para contártelo. Y así hasta el absurdo. La literatura y el cómic utilizan el diálogo interior de otra manera, tu acceso al pensamiento de los personajes es más natural. Y sí: es un problema que ya hemos visto antes, en otras adaptaciones, pero aquí me parece demasiado abaratado, no hay ningún esfuerzo en ese sentido y tampoco parece que consideren a sus jóvenes espectadores capaces de colegir, de inferir nada por sí mismos. Todo se enuncia. Así salen los subtítulos prolijos que salen, ¿eh? Lo he mirado por curiosidad: 1333 y 1400 líneas. No parecen del todo justificadas, ¿no, pazguaton?
En ambas partes se dicen demasiadas cosas. No dejan de hablar, coño. Siempre hay alguien explicándote lo que está pasando, lo que va a pasar y lo que ya pasó.
Por lo demás, la cosa andrógina siempre me puso, así que por ahí, sin problemas. Y al loro, que cuando Karma se tiñe, sus puños dejan moratones del pantone exacto del tinte.
Veréis que parece que me quejo, pero qué va: por allí veo entrar ya a los terraformerrs de Miike…