Hace unos años, pocos, apareció una película que causó estupor generalizado:
The act of killing. En ella asistiamos al delirante espectáculo de un país, Indonesa, que había exterminado a un millón de personas en hacía cuarenta años, pero cuyos culpables no solo andaban por ahí campando, sino que incluso seguían gobernando el país, como si no hubiera pasado nada. Lo realmente monstruoso es que no solo no negaban aquellos crímenes sino que se regodeaban contándolos, con una alegría macabra.
Tras ella, llega otro documental de su director, Joshua Oppenheimer, este ya centrado totalmente en el género, sin recreaciiones ni artilugios escénicos. Podemos pensar que The look of silence es un nuevo capítulo de aquella historia o un apéndice. Y lo increible: es si acaso aún más terrible, que ya es decir.
Seguimos a su protagonista (un oculista, entendemos) en su búsqueda de aquellos que perpretaron la matanza del río Snake, en la que acabaron con quinientos o seiscientos comunistas. Grupos paramilitares con la total complacencia del ejército (que venía de dar un golpe de estado y proclamar una dictadura) se dedicaron a exterminar a estos incluso sacándolos de la cárcel, con argumentos tan fabulosos como los de no creer en Dios o que se acostaban con las mujeres de los no comunistas. Una de las víctimas fue su hermano.
El catálogo de personajes que desfila es absolutamente alucinante. Por supuesto nadie ha pisado una pisión, al contrario. Se consideran héroes nacionales y eso les anima a escenificar sus asesinatos sin ningún problema. Sí, a veces surge una cierta incomodidad, pero no pasa nada. Se apela a los tiempos remotos (excepto alguno que te avisa, sin problemas, que si hay que volver a hacerlo se hace).
En fin, una película fascinante, de nuevo, una obra que corta la respiración, y una vuelta de tuerca más en un mundo asqueroso hasta el vómito. No os la perdáis.