La verdad es que esta película lo tenía todo para ser un gran melodrama: unas localizaciones maravillosas, una buena actriz (el actor es más bien justito, desde luego ha sido elegido por su presencia o no han sabido dirigirlo bien), niños espontáneos y naturales, una historia que daba mucho juego... Sin embargo, el director siente la necesidad de incluir absurdos toques de humor tonto aquí y allá, e infantiliza a los personajes de una forma, a mi parecer, completamente innecesaria, lo que arruina el resultado final. De todas formas, cuando la película deja atrás el toque de comedia y se convierte en puro melodrama, ya en el último tercio, gana algunos enteros, y finalmente llega casi a emocionar, pese a los despropósitos mencionados. Por eso deja un mal sabor de boca, porque acaba agradando, pero uno no deja de lamentarse porque podría haber sido algo mucho, mucho mejor.
Al final, le doy un ver.