¡Salud, camaradas!
Venimos con otro Adachi, uno muy difícil de encontrar, anterior a su relación con Wakamatsu y con algunas cosas muy interesantes que comentar. La primera conclusión está clara: ante la duda, agítalo; es mucho mejor escandalizar que complacer, incomodar que epatar.
En 2012, en el Festival Internacional de Cine de la UNAM (México), se hizo una retrospectiva del trabajo de Adachi, que incluyó la presentación de
Masao Adachi, libro compilado por el historiador Go Irasawa. La imagen de la ficha os lleva a un comentario (en español) de ese ciclo, del que copio esta parte:
“Textos de Adachi” es la tercera sección del libro. En ella están desplegadas, en primer lugar, las “Notas sobre la filmación de Vagina cerrada”, una cinta que Adachi realizó en 1963 y que ejemplifica el trabajo colectivo del cual era partidario, tanto a nivel de producción como a nivel económico y administrativo. En este sentido, el cineasta se manifiesta ajeno a las diferentes visiones “autorales” que caracterizaron los años sesenta, y alza su voz a favor de la discontinuidad y la fragmentación, la imperfección y la experimentación. Masao Adachi narra las diferentes situaciones de recepción de Vagina cerrada, la censura y el supuesto potencial de inducir al “desorden social” por ser considerada “obscena”, lo cual él mismo concebía como parte de una “ceremonia” en que trabajaba socialmente la cinta. El cineasta se describe como desatento a “la escala de valores de este mundo” y como buscador de la “generación de una conciencia desde el objeto”, de la “imposibilidad de la humanidad”.
Creo que es muy esclarecedor respecto al mediometraje (si es que con sus 55 minutos de duración podemos acordar que lo es, que nunca estoy seguro de esas cosas) en cuestión, dirigido junto a un grupo de estudiantes del Nihon University Film Study Club que creo que hacen la vez de actores, aunque es un extremo que a día de hoy no he podido/sabido comprobar.
En el hilo de Galaxy os comentaba que hay quien ve aquí una metáfora de la castración de Japón tras la firma de los tratados de posguerra con EEUU; en definitiva, su pérdida de soberanía (para otro momento queda dilucidar si acaso Japón no pagó más cara la derrota en la Segunda Guerra Mundial que la propia Alemania, y no es un tema baladí). Yo no veo tal cosa, pero reconozco que de este tipo de cine experimental puedes sacar la conclusión que te dé la gana; de hecho, hay una escena que nos manda un mensaje inequívoco: comer pétalos de margaritas provoca oclusión vaginal.
No, fuera de bromas: vedla y sacar vuestra conclusiones si es que hay conclusiones que sacar, porque no todo ha de ser interpretable, mesurable,
aprensible... Sí es cierto que entre las intuiciones que me despierta queda la disfunción social tratada (y castigada) como enfermedad, como inaceptable perversión del rol.
Gushing Prayer, The Embryo Hunts in Secret, Abortion y tantas otras películas de Adachi nos dicen que el sexo y la maternidad son uno de los símbolos recurrentes en su distorsión del orden preestablecido... pero, vamos, que tenía un cocazo con el tema también está claro.
En fin, añadir que no es un filme
siliente (vale, vale: una mala broma), que no es una película muda, vaya, pero que ni hay subtítulos ni los habrá ni falta que hacen: tiene unos tres diálogos en todo su metraje y es exactamente esa clase de película que puedes ver sin ellos: te vas a enterar de lo mismo.
Unas capturas:
Sí, lo sé, pero os aseguro que es la copia buena. La calidad es la que es, y hay (o había) circulando otra copia aún mucho peor.