Dragon blade es la última película de Jackie Chan. Con eso ya podríamos decir casi todo. También es la última película de Daniel Lee, pero eso seguramente importa menos, pese a que tiene su clase. Y, por supuesto, es una de las últimas superproducciones chinas con hongkoneses y, ahora, hasta americanos.
El argumento: Jackie Chan dirige una especie de compañía que se encarga de poner orden en la ruta de la seda, que está controlado por 36 tribus. Un día van y aparecen... los romanos. Los romanos que se deben de haber perdido (dice que está basada en hechos reales) y que no son ni uno ni dos, sino cien mil. Bueno, cien mil menos unos pocos, que están escapando del resto, un resto dirigido por un tipo sin escrúpulos.
¿Y con esto que sacamos? Pues la película tiene de todo. Técnicamente es brutal: la reconstrucción de la época, la ambientación, las escenas de batallas, las coreografías no están mal (son de Jackie Chan, y se algunas tiene un regusto antiguo, sin llegar a su inspiración). El guión (que es de Daniel Lee) peca de lo que pecan tantas películas de esta época: algunas historias paralelas que no aportan nada (aquí esas partes al principio y al final en la época actual, que son un poco bochornosas), más líneas argumentales que parecen de relleno para llegar a las jodidas dos horas algo. Luego Jackie Chan sigue empeñado en llorar (aunque he de reconocer que ya no es tan ridículo como al principio) y en fin, tenemos una serie de discursos sobre la unión de los pueblos que no sabe uno muy bien donde quieren ir a parar.
Conclusión: la película como entretenimiento entretiene, con algún que otro bache, y sufre de los mismos males que cualquier superproducción china (está como dopada). Pero eso, se deja ver, y es un buen espectáculo.