¡Qué hermosa película! La verdad es que es difícil no acertar cuando se trata de este director. No he visto la película original, pero ciertamente para tratarse de una obra de la segunda mitad de los ochenta, tiene un decidido carácter clásico y costumbrista muy de décadas anteriores, pero se agradece ver, de vez en cuando, una película tan emotiva sin ser sensiblera, tan humana y tan cálida como esta.
Por poner una pega, me habría gustado que la película reflejara un poco más el punto de vista de los hijos (o nietos), ya que son los personajes menos desarrollados y solo al final cobran un poquito más de peso, pero, salvo este detalle, me ha parecido una obra de factura bella y sincera.