- F L O R E S · D E · F U E G O -
J o s é · L u i s · O r t e g a · T o r r e sImaginemos a una pareja de cómicos televisivos. No importa cual, según sea el caso sabremos a que tipo de humor nos estamos enfrentando. Después supongamos que uno de ellos, el patiño que sirve de vehículo para lucimiento del titular de la pareja, es contratado para trabajar en cine en pequeños papeles; pero con un giro en su registro actoral, pasando de comiquete de segunda, a actor de carácter con sorprendente aceptación del público.
Luego, por azares del destino, este hombre debe asumir la dirección de un filme protagonizado por él mismo cuando el realizador designado caiga enfermo. ¿Qué podría salir de eso? ¿Lo que llamamos un churro cinematográfico? Pues no. El resultado es una obra personal, arriesgada, de una violencia brutal que convive con el guiño humorístico, a veces en un mismo plano. Una puesta en escena casi minimalista para un discurso dramáticamente desesperanzador con una síntesis expresiva sorprendente. Pocas palabras en medio de imágenes naturalistas medidas hasta el último centímetro. Sono Otoko Kyobo es el título de tan peculiar cinta, o Violent Cop, como se le conoce en Occidente. Perdón, había olvidado decir que para encontrar esta joyita era necesario viajar a Japón, cuna, refugio y objeto de las paranoias de Takeshi Kitano, nuestro hombre en cuestión.
Nacido en el populoso barrio de Adachi-ku, Tokio, en enero de 1947, el azar sonríe a nuestro amigo cuando, trabajando como elevadorista en un teatro de la provincia de Asakusa, se hace amigo de Jiro Kaneko, actor cómico conocido como Beat Kiyoshi. Cuando la pareja de éste enferma, Kitano se autonombra Beat Takeshi, toma su lugar y juntos forman el dúo Two Beat. El éxito de sus presentaciones en cabarets como cómicos y cantantes los lleva de inmediato a la radio y televisión, aumentando con ello su popularidad.
Rápidamente, Kitano se interesa por los aspectos de producción y dirección de sus shows televisivos, haciéndose cargo de la realización de varios de ellos. Su posterior ingreso al cine es casi de forma natural, aunque como ya se dijo, diversificó su carrera, dejando de lado, por momentos, su vena cómica. Por si fuera poco, adquiere notoriedad como novelista, poeta y ensayista de corte político-social.
Cuando el prestigioso realizador Kinji Fukasaku abandona por motivos de salud el proyecto de Violent Cop, Beat Takeshi –contratado como actor protagónico– pide un voto de confianza a los productores, logrando así rodar su ópera prima, no sin antes reestructurar el guión a su entero gusto, que trata sobre un brutal detective de policía que debe hacer justicia por su propia mano olvidando los lineamientos a que debe ceñirse. A partir de este momento, el Beat se transforma en Takeshi Kitano, manteniendo hasta la fecha esta doble personalidad: Beat Takeshi como actor de cine y televisión y su nombre real como cineasta.
Los altísimos honorarios que cobra en su faceta de cómico televisivo le han ayudado a formar dos empresas productoras: Bandai Visual y Office Kitano, lo que le brinda una total independencia creativa, ya que él mismo produce, escribe, dirige, edita y casi siempre actúa en sus cintas, las cuales muestran el Japón que aprecian los ojos del Kitano autor, que puede o no ser real –de la misma forma que, por ejemplo, Woody Allen muestra un Manhattan tan caro a sí mismo–, repleto de yakuzas éticamente divididos entre el más alto sentido del honor y lealtad y brutales métodos de supervivencia, impensables para un occidental no familiarizado con los valores ético-morales del Oriente.
A partir de su segunda cinta 3-4X Jugatsu / Boiling Point, Kitano adopta y personifica la figura del yakuza, el mafioso japonés por antonomasia que siempre presentará como un hombre perdido, nihilista y que usa la violencia como una forma natural de lenguaje. Las armas y los puños hablan por él y dejan sentir el vacío existencial que vive a perpetuidad.
Perpetuidad, esa podría ser la palabra clave para describir Ano natsu, ichiban shizukana uni / A Scene at the Sea, película que parece detener el tiempo de manera perpetua en una puesta en escena minimalista que se desarrolla en una playa con una pareja de jóvenes. Él trabajando con una tabla de surf, ella perpetuo testigo de sus actos, hasta el momento en que él desaparece con el mar.
El descubrimiento de Takeshi Kitano más allá de las fronteras del Japón se da en el marco del festival de Cannes, con la presentación de su cuarto filme, Sonatine, descarnada historia crepuscular de un grupo de yakuzas condenados a cumplir su destino como verdugos y víctimas mientras el tiempo, al igual que en su obra anterior, parece detenerse.
Su siguiente cinta, Getting Any? se desarrolla a partir de una serie de parodias al propio universo de Kitano, yakuzas incluidos. La película, que se estructura en forma de sketches de comedia ácida centrando su premisa básica en los delirios sexuales de un chico sumamente reprimido es, en palabras del propio autor, un ejercicio sobre “el sin-sentido” de la vida. Apartada –por lo menos en estilo– al resto de sus filmes, Getting Any? se enfrentó con el desdén de la crítica y un estrepitoso fracaso de taquilla.
De esta forma emprende la filmación de la que él mismo señala su película más personal y autobiográfica: Kids Return, historia de dos amigos desde la infancia, su incursión en el mundo del boxeo y los caminos que deben transitar por separado. Masaru, el mayor, que carga con su fracaso deportivo y sobrevive como golpeador bajo las ordenes de un jefe mafioso. Shinji, su amigo que siempre demostró ser de carácter débil, paradójicamente triunfa en el cuadrilátero de manera vertiginosa, pero caerá en los malos consejos de un viejo y resentido púgil, orillándolo también al fracaso.
Pero su consagración como cineasta de culto se da en 1997 con Hana-bi / Fuegos Artificiales, desgarradora historia de culpas personales, amistad, tragedia y muerte, filmada con una belleza de encuadres y evidente madurez técnica que le valió a Kitano el León de Oro del Festival de Venecia.
Después de un aparente cambio de estilo con Kikujiro No Natsu / El verano de Kikujiro, en la que decide abandonar momentáneamente su discurso de violencia para mostrar el reencuentro de un personaje parco y amargado con el hombre sensible que alguna vez fue, gracias al humor y la inocencia de un niño que busca a su madre, sorprende a propios y más a extraños cuando vuela a Los Ángeles, California, para filmar Brother (2000), disección del ascenso y caída de un yakuza expatriado, perdido en una tierra que no es la suya, en donde lealtad y amistad son los únicos valores, aun por encima del dinero.
De vuelta en Japón, emprende la producción de una historia que rondó por su cabeza desde antes de convertirse en actor. El director cuenta que trabajando en el barrio de Asakusa solía ver a una pareja de mendigos atados uno con otro por medio de una cuerda en la cintura y que de ellos la gente contaba leyendas extraordinarias. Con esa idea como base y adicionando elementos basados en los tradicionales relatos de amor trágico japonés, en especial aquellos del dramaturgo Chikamatsu Monzaemon y las estructuras narrativas del teatro Bunraku –marionetas de hilos– surge Dolls, película seccionada en tres historias de amor trágico cuyo común denominador son la soledad y la amargura.
Una pareja de novios separados por las convenciones sociales que ahora caminan unidos por una enorme soga roja. Un viejo yakuza millonario, pero con el corazón seco por dejar escapar el amor de su vida. Una exitosa cantante pop caída en desgracia que recibirá la prueba de fidelidad más pura por parte de uno de sus fans. Tres historias, seis personajes que en distintos momentos interactúan para dejar en claro que los seres humanos somos simples dolls: muñecos del destino.
Durante el 2003, Takeshi Kitano se encuentra en la producción de Zatôichi, proyecto que retoma la figura del popular héroe nipón, con él mismo encarnando al legendario espadachín ciego, volviendo a desarrollar la doble función de director–actor y acreditándose nuevamente para ésta faceta como Beat Takeshi.
Zatôichi es un personaje que siempre ha sido de su agrado, e incluso debió de aparecer en una de las escenas de Getting Any? cortando con su poderoso sable la famosa Torre de Tokio, escena que finalmente no pudo ser rodada por falta de presupuesto. Al parecer Kitano gira de registro al hacer de esta cinta una epopeya de aventuras en una historia de venganza.
Takeshi Kitano ha plasmado en sus películas un mundo personal dándole un sesgo de universalidad al crear un estilo propio, mezcla del más puro clasicismo oriental y de las tendencias cinematográficas del nuevo milenio, diseccionado los sentimientos humanos primordiales: amor, soledad, honor y amistad.
Ubicado en el selecto grupo de vanguardia de los cineastas más influyentes de la actualidad, su obra es el reflejo de una mirada y valores propios, a años luz de distancia de los falsos profetas del cine hollywoodense que no han pasado de ser flor de un día.
[Revista Cinefagia]