Presentada hace un par de años en Cannes (Un certain regard), Student es la última película hasta el momento de Darezhan Omirbayev, cineasta postsoviético muy importante, y que tuvo su momento de gloria en los noventa, encadenando películas muy buenas y muy especiales.
Student está basada en Crimen y castigo, de Fyodor Dostoevski. Ya solo por eso, su planteamiento es brutal. Adaptar la riqueza inmensa de esta novela no es poca cosa, y más teniendo en cuenta su intensidad psicológica y filosófica. Los intentos han sido muchos, claro, puesto que su historia se presta a ello (el estudiante que mata a una usurera para demostrar... bueno, es muy complicado explicar lo que quiere demostrar: vamos a dejarlo ahí). Curiosamente, Omirbayev apuesta, en su línea, por el camino contrario: la depuración total y absoluta de la puesta en escena. Su protagonista, el estudiante, es un chico cansado que vive en un nuevo mundo corrupto y sin valores. Siempre caminando como abrumado por el peso de algo, pasa sus días oyendo en clase las nueva consignas del capitalismo recien estrenado.
Entonces, decide cometer un crimen. A partir de ahí llega el tormento por su acción y, también, el descubrimiento de que igual también hay personas buenas. Esto en la novela es tremendamente brutal y opresivo, mientras que en la película es seguramente de un minimalismo que hace que se pueda tener la sensación de que nos perdemos algo.
Bien, en todo caso y pese a que no parece haber gustado especialmente, la película es un brillante ejercicio de abstracción. Omirbayev es capaz de detenerse en las cosas que nos parecen más insustanciales y pasar de largo por otras. El resultado no será una obra maestra, e igual tampoco es imprescindible, pero dadle una oportunidad si os gusta el cine de este hombre o un cierto cine.