La verdad es que recuerdo que con motivo de sus últimos documentales, enseguida salieron los que dijeron que se había vendido al gobierno chino. Pues que pasen y vean esta
. Estarán contentos, aunque bueno, estos últimos meses deben estar habituados, porque el cine chino está dibujando un retrato de la actual sociedad china que para qué. Oscuro, oscuro, oscuro, casi negro.
Esta película tiene algo de extraño en la obra de Jia Zhangke. Seguramente es la violencia. Hasta ahora, su retrato de la sociedad actual que le ha tocado vivir, pasaba por unos personajes a los que la historia había tirado a la cuneta, y que daban vueltas en su perplejidad. Pero en A touch of sin, parece que ya no es tan fácil dejarlos ahí, de lado. Digamos que la perplejidad (que existe igualmente) solo puede llevar a la violencia. Y de qué manera. Ya sea por la imposibilidad de luchar contra una corrupción galopante o contra la prepotencia de los nuevos ricos, como un puro acto reflejo, o ya sea porque a uno ya solo le queda la crueldad sin límites o suicidarse, lo cierto es que Jia Zhangke parece decirnos que cuando una sociedad se deshumaniza, no debemos sorprendernos de encontrarnos con seres inhumanos.
Esa violencia, encima, es mostrada de una manera fría, atronadora (el sonido de las armas de fuego es brutal, impactante). Es como si solo fuera eso, una consecuencia, cosas de la vida las que uno no puede sustraerse. Uno podría mirar para otro lado, pero en esta China actual, ¿hacia dónde mira uno? Todo está podrido y parece que la única opción es sumarse a esa huida hacia delante o bien vegetar en algún rincón, sin molestar mucho.
En fin, Zhangke lo ha vuelto a hacer. Nadie como él es capaz de construir esas imágenes sobre el fin del mundo. El fin del mundo no será ginetes de apocalipsis cabalgando sobre caballos y muertos resucitando. No. Serán esos paisajes devastados, grises, derruidos, fotografiados tan increiblemente como siempre por Yu Lik-wai. Y su sonido, serán esos ruidos industriales, esos disparos ensordecedores, bajo la música de Lim Giong. Cualquier otra cosa nos parece imposible.
Otra obra maestra de este hombre. Y van...