jidaigekipedia.comHasta el último hombreAntes de acabar el año 1969, Eiichi Kudo relevó en la dirección de esta trilogía a Shigehiro Ozawa para traernos Fort of Death. La secuela de Shokin Kasegi (título original) es mucho más oscura que su predecesora. Abandona aquellos aires de James Bond y se interna en una temática más western, con un argumento repetido hasta la saciedad en el jidaigeki de aquella época.
Sinopsis: los aldeanos de Enoki, oprimidos por un Daimyo que pretende sacarles hasta la última moneda, se atrincheran con la esperanza de que la revuelta llegue a oídos del Shogunato. Sólo la ayuda de Ichibei Shikoro podrá salvarles de la ira del clan, que utilizará todos sus recursos para aplastar el levantamiento.
Lo primero que llama la atención es que el director intenta redefinir al protagonista, que pasa de ser un agente secreto mercenario a, esta vez sí, un cazarrecompensas puro y duro. Además ya no es un lobo solitario, sino que cuenta a su lado con Kagero (superviviente de Killer's Mission) y con otros dos acompañantes. Con tanta gente defendiendo una aldea se nos pasan por la cabeza títulos como Three Outlaw Samurai, Duel of Blood and Sand, o por supuesto Seven Samurai.
El ambiente en el que vive Shikoro nos explica dos de las frases de la primera entrega; "somos muy pobres" y "no se me da mal preparar medicinas". Aquí le vemos ejerciendo de doctor a cargo de un grupo de desamparados que casi parecen vivir bajo su mismo techo. Nada se dice de la chica que le asiste, pero no la recuerdo de la película anterior.
Si alguien creía que había visto de todo en el chambara es porque no se había imaginado a Tomisaburo Wakayama defendiendo una aldea con una ametralladora Gatling. A pesar de que se inventaron durante el Bakumatsu, a mediados de la década de 1860, nuestro protagonista disfruta de las ventajas de su tecnología con más de un siglo de antelación. Es curioso que el cañón no sea rotativo, a pesar de que se acciona dando vueltas a una manivela. Sin ese mecanismo es imposible que pudiera disparar tan rápido.
Aunque Eiichi Kudo me parece un director muy superior a Shigehiro Ozawa, Fort of Death es un paso atrás en la trilogía. Las atractivas escenas de acción de Killer's Mission dejan paso a una batalla de pistoleros en la que poca importancia tienen las espadas. Sólo hay una coreografía interesante en todo el metraje, y se desarrolla con un trávelin lateral cuando nos acercamos al desenlace.
La valoración final va a depender mucho de lo que busque el espectador, pero guiones como este no sacan partido de la habilidad de Tomisaburo. Verle convertido en una especie de Rambo ha sido curioso, pero siento que hemos perdido mucho en el camino.