¡Hola, pandilla!
Lo primero, saludar como se debe: ¿cómo estáis? Espero que todo bien. Ahora me doy una vuelta por el foro para ver qué barrabasadas habéis estado haciendo.
Yo, muy ocupado; sumiendo como otras veces anteriores. Pero volviendo siempre también, que se os echa de menos.
La peli es una maravilla. Y creedme: gana cuando la ves con los subtítulos de subete.
El drama es tan clásico como intenso, el reparto es casi un
all star, las cámaras son estupendas (esos interiores, esos patios y jardines también; pero sobre todo, el uso que hacen de los muy pocos lujos que se da la producción: hay tres o cuatro movimientos de cámara marcados, no más, que precisamente por ser tan pocos lucen mejor; hay una escena, un corriilo tomando sake en un jardín, que de repente muestra tres o cuatro cámaras diferentes alrededor de la escena, y resulta hasta exuberante; y el resto es encuadre y plano-contraplano. Obviamente, una planificación de las escenas que muestra su origen de obra de teatro. Ademas, sabéis que me gusta la economía de medios
) y la narración está maravillosamente encajada (vengo de un paréntesis tan largo que el final de la frase me queda colgando). Por supuesto, Imai se gusta con el costumbrismo y con el marco histórico (Tokugawa), porque para muchas de sus películas eran cosas importantes (Imai, ya lo sabéis, filmó mucho desde la ideología, y éstas son precisamente las cosas que tiene el materialismo histórico
), y el conjunto es una película sobresaliente.
Pero nada de esto es lo más interesante. Lo más interesante empieza cuando te preguntas qué hacían Kaneto Shindo, Shinobu Hashimoto y Tadashi Imai conspirando alrededor de una obra de Chikamatsu. Porque si uno lo piensa… A mí siempre me gustaron esas obras de Chikamatsu en las que la reparación del amor prohibido o del honor mancillado era obligada (siempre me fascinó lo del suicidio doble, garrafal reparación que precisamente conocí en sus obras). Pero ¿una obra de Chikamatsu en manos de Imai?
Bueno,
Night Drum tiene capítulo propio en
Japanese Classical Theater in Films, de Keij¡o I. McDonald. Concretamente, el capítulo 11:
Night Drum: Bunraku, Ironía y Antifeudalismo. Y ahí se cuenta muy bien qué hacían Kaneto Shindo, Shinobu Hashimoto y Tadashi Imai conspirando con una obra de Chikamatsu, porque compara la obra original con el filme, y uno ve negro sobre blanco eso tan interesante de saber: ¿cómo, hasta qué punto y para qué cambiaron el original, titulado en inglés
The Drum of the Waves at Horíkawa, encuadrado dentro de los dramas domésticos
(sewamono) de Chikamatsu y adaptado en su momento tanto para kabuki como para bunraku (la adaptación de la película parte de la versión bunraku)? Pues básicamente, conspiraron para pervertirlo.
A partir de aquí, spoiler tras spoiler.El ninjo y el giri es la dialéctica narrativa básica no sólo de Chikamatsu, sino de la gran mayoría de jigaidekis y, claro, chambaras: el héroe debatiéndose entre lo que cree que quiere hacer, su impulso natural, humano, personal, y lo que debe hacer según su código, su clase social, su colectivo. Esa es la tensión, el conflicto cuya resolución constituye la historia que hemos visto tantas veces. Y es el planteamiento original. Chikamatsu estructura la obra en tres actos: presentación de la infidelidad (caer en la pulsión, en el ninjo), la crisis que eso supone (el deshonor lavado por el suicidio) y el éxtasis de la venganza al matar al otro implicado. La restitución del giri, del honor en el clan, familia o clase, es el final feliz de Chikamatsu.
Sí, lo habéis leído bien: en el original se sabe desde el comienzo que la infidelidad es cierta y la adúltera se suicida. Más aún: en el original se muestra desde el comienzo a una protagonista más carnal, más acuciada por su ninjo. Pero Imai toma el mismo texto y termina haciendo todo lo contrario, termina haciendo una denuncia de esa opresiva sociedad feudal, de la situación de la mujer, del sometimiento al código. Por eso su protagonista es incapaz de suicidarse, por eso procura que el espectador termine sintiendo simpatía por ella, administrando en flashbacks diferentes versiones o diferentes grados de la verdad de lo que realmente ocurrió. Hasta que, sin dejar de ser ciertamente ambiguo con su postrera motivación, lo que te enseña es a una mujer sobrepasada por la presión y por la opresión, indefensa, más una víctima que una culpable. Imai no quiere restituir el giri. Tanto es así, que el acto de la venganza final (maravillosa escena con la hermana gritando que es una venganza legal, que han pedido permiso, que vaya la autoridad a corroborarlo) no supone la vuelta al equilibrio: la cámara se gira, cierra el plano sobre Rentaro (que está tremendo) y lo ves espantado, desmadejado, tirando la katana, horrorizado de todo: de lo que ha hecho él, de lo que han hecho todos.
Ése es mi Imai. Ya desde el comienzo muestra al cuñado alardeando de cómo dejó llorando a una chica en Edo, porque un hombre sí puede dejar a su amante y volver con su esposa. Y también deja clara la importancia de la economía en la decisión a tomar. La familia apenas tiene dinero para pagar al shogun, se ha endeudado con un préstamo y vive la posibilidad de un escándalo como una amenaza económica. Ya digo: ése es mi Imai.
Hay bastantes más curiosidades sobre la adaptación de la obra. Por ejemplo, en el original, y esto no lo usa luego Imai, antes de que ella se suicide, su hermana le escribe una carta de amor al marido proponiéndole que se divorcie, que se case con ella (más ninjo) y que deje que su hermana se recluya en un monasterio budista (restitución del giri sin llegar al suicidio).
Y como soy un hombre de mi tiempo, finalmente os dejo una visión de género: en Dialectics of the Goddess in Japanese Audiovisual Culture, editado por Lorenzo J.Torres, se estudia el paso de la deidad femenina al dios patriarcal y cómo éste representa a la mujer en el cine. Una de esas caracterizaciones es como la diosa doliente, la figura femenina cuyo sufrimiento permite la realización del hombre. Y es precisamente esta película la que utiliza Sybil Thornton en su capítulo, que es el que presenta este enfoque, para ilustrarlo.