Saludosss
Esta es la primera peli que veo de Tsai Ming-Liang y en honor a la verdad tengo que decir que he sufrido para verla enterita. Me gusta mucho el cine asiático pero es que esta es el colmo: Practica inexistencia de diálogos y una camara estatica observando y esperando sin que nada a su alrededor suceda en minutos. Espero que las demas pelicullas de este
director no tengan este ritmo pq sino voy a sufrir de lo lindo.
Para mi un pequeña gran decepción pues había oido hablar genial de ella en Miradas.net.
Estos son los comentarios que hicieron sobre la peli en esa Web por si a alguien le interesan:
(CUIDADO CONTIENE SPOILERS)
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Descubro, no con poca vergüenza, al realizador taiwanés Ming-Liang con esta obra, ya pasada con gran éxito en Venecia. El realizador de Vive l'amour y The hole asienta los principios estéticos de su cine en tres armas herederas del cine clásico: el plano fijo, la ausencia de diálogos y el tempo aletargado narrativo. Goodbye, Dragon Inn es su peculiar canto de amor al cine, o mejor dicho, a las viejas salas de cine, hoy en día, engullidas por parques comerciales en scopevision y con Big Mac de regalo. El paseo fantasmal de unos personajes por un cine medio vacío soportando la quietud del plano bajo la proyección del film de artes marciales Dragon Inn, tiñe la obra de melancolía, rota en contados puntos por pequeñas dosis de humor, digamos taiwanés –una mezcla de humor negro minimalista y gags herederos de lo absurdo–, que hacen del tranquilo devenir de la descomposición de lo amado en las viejas salas de cine, un poema censurado a los espectadores no interesados. Una pequeña joya que afianza a Ming-Liang como director de vanguardia al lado de sus coetáneos Kar-Wai y Hsiao-Hsien. A.G. Calvo
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BU SAN, GOOD BYE DRAGON INN
(60 Festival Internacional de Cine de Venecia)
El de Ming Liang, es uno de esos nombre que resuenan invisibles como uno de los grandes directores desconocidos en España por culpa de la distribución. Pese a actos reivindicativos como la aparición de un dossier con el repaso a toda su filmografía en el último número de la revista argentina “El Amante”, debemos aceptar que es casi imposible poder ver sus filmes en todo el territorio hispanoamericano. Ante esta situación, era obligado asistir a la proyección de su última película. El primer adjetivo que se me ocurre tras el visionado de Bu San es el de radical, genuino y auténticamente radical tanto en los contenidos como en las formas. Huyendo continuamente de los parámetros narrativos convencionales, Ming Liang nos conduce a través de una danza de imágenes asfixiantes por un universo de contemplación y libertad. Libertad que debe ser asumida por el espectador para poder enfrentarse y disfrutar de unas imágenes que se fortalecen gracias a su capacidad para contener en su interior el intenso eco del paso del tiempo. Toda la acción de la película sucede en el interior de un viejísimo cine que ha perdido casi totalmente su condición de sede del espectáculo cinematográfico para convertirse en un lugar en el que gozar de encuentros sexuales. Pero la película no sólo es eso, todo su cuerpo se haya teñido de una intensa sensación de nostalgia. La tristeza que produce el recuerdo de algo bello que se ha perdido, eso melancolía a la que hace referencia el título de la película (Dragon Inn es un lugar geográfico en la película que se va proyectando eternamente en la pantalla del viejo cine). Toda la película se haya plagada de cuerpos que divagan sin destino por las diferentes estancias del cine, cuerpos fantasmagóricos que se observan y desean, que se encuentran y desencuentran, que se rozan, se hieren o se ignoran. Personajes con los que no podemos empatizar, pero que reflejan una sensación de necesidad y soledad que resulta universal y conmovedora. Bajo un deslumbrante trabajo de fotografía que aprovecha con maestría la poca luz que atraviesa los rincones y recovecos de los escenarios, Good Bye Dragon Inn es el homenaje a un cine viejo, ruinoso, antiguo y olvidado.
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