Siendo aún una película de gran calidad, la considero algo por debajo de las otras que he visto de Kim ki-duk. Lo más interesante que presenta es el desarrollo, la evolución de los personajes, y el simbolismo de determinados detalles. De nuevo nos encontramos con una protagonista que ejerce la prostitución, aunque esta vez con un gran corazón. En el otro extremo está la joven que convive con ella en el motel, que se niega a mantener relaciones sexuales con su novio hasta el matrimonio. Carente de un referente familiar que moldee su personalidad, termina encontrando en la prostituta a la única persona que realmente inspira su afecto.
Los finales son el punto fuerte de Kim ki-duk (especial atención a la nieve y su significado de pureza). Es curioso, pero 3 años después, Takashi Miike (con quien kim ki-duk llega a identificarse en una entrevista en el 2000) dirigió una de sus películas más conocidas con una temática muy parecida: personajes en un entorno desastroso que tratan de dirigir su penosa vida hacia la felicidad.