Bueno, he corregido alguna cosa: el título internacional es The grandmaster (The grandmasters es el título de trabajo, el que manejaban antes, de ahí que haya carteles). He quitado los subs: primero, porque no deben ser externos, segundo, porque son para una copia que ya no interesa, tercero porque si el traductor no sabe ni lo que es el wing chun, difícilmente puede dar una a derechas (y efectivamente, no da muchas). Mejor poner que no tiene y confiar en que encontremos un traductor decente.
La película. Estoy de acuerdo en buena parte de lo que habéis comentado, principalmente lo dicho por Janusz (incluso de lo Zhang Ziyi y el partido comunista chino) y Cora, pero tengo mis matices, un montón de matices seguramente. Yo creo que la película es una buena película, pero no es nada excepcional, y bueno, se contagia de la mediocridad hongkonesa, que debe ser alguna especie de virus que amenaza con destruir el cine hongkonés. Primero, el tiempo. Que esta película dure 130 minutos solo puede querer decir algo obvio viéndola: que Wong Kar-Wai ha olvidado una de sus habilidades, es decir, el montaje. ¿No os habéis preguntado que pinta el personaje de Chang Chen dando vueltas por ahí? (igual se me escapa algo, porque algunos letreros suyos estaban sin traducir). Y así por todos lados. Tiene tantas repeticiones y tiempos muertos, que el final se convierte en una pesadilla al ritmo de una banda sonora omnipresente (e insoportable para mi gusto, aún sabiendo quién está detrás de ella). A mi no me molestan los tiempos muertos y las cámaras lentas (de otro modo, no vería ni una de Wong Kar-Wai, obviamente). Tampoco las coreografías, que me parecen incluso muy buenas y bien filmadas (que sean tipo Matrix es obvio, desde el momento que son de Yuen Woo-Ping... pero es que Yuen Woo-Ping ya hacía sus coreografías así antes de Matrix, luego es una especie de convención que nos hemos marcado... realmente este hombre solo hace sus coreografías, sin más, y en el cine hongkonés esto está más o menos marcado, hasta el punto de que no resulta especialmente difícil distinguir las coreografías de los grandes...).
Tampoco me preocupa ese gusto por los detalles, por detenerse en cualquier lado, por perderse por mostrar una lampara de colores,... Eso es Wong Kar-Wai, el director más manierista de las últimas décadas.
Para mi lo verdaderamente extraño, lo que seguramente hace que la película se tambalée en algún que otro instante, es que su director se ha metido en un terreno que no ha pisado jamás. Para un director hongkonés, hacer una película de artes marciales aunque nunca haya hecho una en su vida, no puede ser complicado... ¡Habrán visto cientos! (y él, al menos, ya hizo un wuxia). Ese no es el problema. Lo que verdaderamente no había hecho nunca era un biopic. Y ahí es donde hace agua. Porque Wong Kar-Wai no es un director de historias. Sus historias nunca pasan de la anécdota, después de todo. Wong Kar-Wai es un director de instantes, de fragmentos de vida. Pero claro, si te toca contar no se cuantas décadas y vidas, adiós muy buenas. El barrizal en el que se mete es de mucho cuidado, y más de una vez acaba hecho un lío (y nosotros con él). El trastorno bipolar que le pega no es pequeño: los hechos históricos se cruzan con los momentos anodinos (que claramente le interesan más), y la historia se le va a tomar por saco cada dos por tres.
Conclusión. Si uno quiere ver la vida de Ip Man pues se ve la de Wilson Yip / Donnie Yen que acabará antes (literalmente). Si uno quiere ver una película de Wong Kar-Wai, en esta la verá a ratos, de cuando en cuando... Si uno quiere hacer de todo un poco (y durante un buen rato), la película no está nada mal...