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Danyyyy. El otro día cuando hablábamos de la peli esa que tiene un título japonés que algún yanki quiere hacernos creer que es
Only Yesterday (en español, ¿no era
Recuerdos del ayer?), ya presentí la cercanía de la infañlible doctrina de las paellas, y aquí la tenemos otra vez. Tierra trágame
Este debate no puede llevar a ninguna parte como el otro; la otra vez escribí solamente por fastidiar y esta vez lo he hecho por lo mismo, pero en vez de reconocer los sarcasmos como tales me los contestas como si fueran argumentos serios. Pero bueno, de algún modo sí que lo son, y por supuesto tus «demostraciones» son falsas hasta para ti, porque, por ejemplo, sabes muy bien que Iron Girl 2 (¿la has visto? ya tardas... pero debes ver la primera parte para captar la diferencia: IG 1 es mala pero hace gracia de lo mala que es, IG 2 es parecidamente mala pero no hace gracia –o casi ninguna– porque sencillamente aburre y es predecible en todo), que Iron Girl 2 no puede nadie llamarla buena película si no es un friki que quiere dar la nota, pero no porque lo crea de verdad. Tu argumento del «primer punto tratado» además se sale de la cuestión complicándola gratuitamente, con el pretexto de que los críticos se copian unos a otros, o de que ciertas pelis pasan por buenas por razones de presión mediática, económicas y similares. Y bueno, hay películas que saldrán en una lista de mejores lo mismo que en una lista de top 100 gastronómico alguien pondrá por ahí, quién sabe si en lo alto del podio, la «paella a la sanfermines» cubierta de vómitos de tres borrachos que echaron las papas al pasar por al lado de la sartén. Porque hay gustos para todo, ¿no? Incluso hay quien come tornillos, como Pippi Langstrumpf.
Esta doctrina tuya, por simpática que pueda resultar a muchos, es una abominación por decenas de razones. Enumeraré algunas, incluyendo algunas ad hominem porque son muy adecuadas para mostrar tu craso error:
1. Es una traición a tus fans que admiran tu exquisito paladar. Estás diciendo, y en un tono que nunca admite contestación ni matices, que tu gusto de tus mil favoritas vale tanto como el de Perico de los Palotes que ve repetidamente su colección de DVD's de Steven Seagal. Lo curioso es que cuando enjuicias películas nunca suena como si esa creencia (la del todo vale lo mismo) la llevaras en tu corazón. Afortunadamente. Esta contradicción ya te la señaló oladoctornick hace años. Tus excusas no cuelan, te diría que no te molestases en pisotear y ningunear una vez más la exquisitez y buen criterio que caracterizan tu gusto cinéfilo
2. La doctrina contradice la humana natura, según la cual de gustos todo son disputas, y el mío es siempre mejor que el tuyo. El dictum latino de gustibus non est disputandibum no es una descripción de la realidad, sino un precepto ético moral, más que nada para que la sangre no llegue al río. Porque, de facto, llega, ¡vaya si llega!
Nuestro deber como humanos, pues, es partirnos la cara por si mola más Duran Durán o Spandau Ballet. De toda la vida. De divulgarse el relativismo estético que propugnas, si la gente lograse interiorizarlo (cosa que me permito dudar, empezando por tu caso, como se ha demostrado
en el punto 1), sería la hecatombe y el mundo explotaría.
3. Esa teoría es una respùesta comodona y facilona a un problema de difícil solución, a saber, el de por qué hay o cremos que hay criterios estéticos con aspiración a la objetividad. La negación de tal cosa por la vía relativista no tiene ningún mérito intelectual; hace milenios de que irrumpió en Grecia, y porque en otras culturas no sabemos, que apostaría a que todaví es más vieja. Es improductiva, no genera pensamiento, sino que lo mata. Y encima de una forma y con unas pretensiones curiosamente absolutistas y totalitarias por lo tajantes y discriminatorias.
4. Y aunque hace un tiempo afirmaste sólo ser relativista en ese campo, es así que por más que se pretenda restringir el relativismo a lo estético, está emparentado directamente con, y por ende alimenta a, los demás relativismos (salvo el de Einstein, que no tiene nada que ver). Los cuales generan tonterías y disparates mil (por decir un ejemplo célebre: los valores son relativos, por tanto dejemos que en el Pisuerga practiquen la ablación sin pudor, no sea que caigamos en el etnocentrismo) y suponen la ruina de toda sociedad, quizá para alegría de algunos.
5. Ah, sí, que me olvidaba, aunque esto tenía que ir tras el punto 1. La teoría se aviene fatal con la del dios que reparte anualmente con su cornucopia bondades y musas artísticas de forma invariable (bueno, en tu formulación era que la natura humana contiene unos gérmenes artísticos que siempre deben salir a la luz en todo tiempo y de forma homogénea), de tal modo que en toda época hay una medida constante de la calidad de cine. Y se aviene fatal por esto: porque entonces no hay tal cosa que «calidad», ya que, si todo es bueno no hay nada bueno ni malo, así de sencillo; bueno/malo son valores comparativos necesariamente inseparables, por lo que si se niega que haya algo malo también se niega que haya algo bueno, y viceversa.
Y bla, bla bla, etc., etc., etc. y no pienso continuar este debate, al menos no hasta que no perciba aunque sea un poquito de ganas de poner en cuestión todo ese tinglado ideológico y confesar que podrías estar ni que fuera un poco equivocado. He dicho