Tetsuji Takechi se pasó toda su vida luchando. Por la libertad, por el arte y por el cine. Triunfó pronto en el teatro con sus espectáculos kabuki e hizo lo propio en el cine con sus dos primeras películas,
Oh Woman y
Daydream. Fue un enorme éxito, pese a la desconfianza que veían en ella las autoridades. Por aquella época, la Nikkatsu censuraba a Seijun Suzuki, pero el enorme éxito de Daydream hacía que Takechi tuviera cierta libertad y los estudios se pusieran a sus pies. Al menos hasta que llegó
Nieve negra (Kuroi Yuki, 1965), el pinku que iba a poner el género en el disparadero de la polémica. Ya no se trataba de obscenidad ni de los límites de la exposición del sexo. En esta película, producida por la Nikkatsu, una mujer japonesa era violada por un soldado americano en una de las múltiples bases que EEUU tenía en el archipiélago. Takechi había llevado al pinku a una dimensión claramente política, con dos acontecimientos clave: la renovación del Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua en 1961 (por lo que los estadounidenses mantenían sus bases en Japón) y la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Mientras las autoridades y los medios afines vendían la normalización democrática de Japón, pese a ser un país ocupado por una fuerza extranjera y con múltiples desigualdades heredadas del pasado, los directores de cine ofrecían una versión mas cruda de la situación. Takechi fue el que lo llevó más lejos.
La película fue totalmente censurada y retirada de los cines. Takechi fue arrestado y acusado de obscenidad. Sin embargo, durante el juicio, las acciones de las autoridades japonesas se volvieron contra ellos. Takechi se erigió como mártir en defensa de la libertad de expresión, llamando a declarar como testigos a directores como Nagisa Oshima y Seijun Suzuki (que en breves tendría su propio proceso), además de intelectuales como Yukio Mishima y Kobo Abe. Takechi era un personaje público bastante conocido, gracias a sus trabajos en cine, televisión y teatro, por lo que el impacto mediático fue enorme. Tras dos años de lucha, Takechi ganó el caso.
Sin embargo, su victoria fue una tumba para su carrera cinematográfica, ya que los estudios dejaron de otorgarle su confianza por miedo a que sus próximas películas fueran también censuradas. Durante finales de los 60 y toda la década de los 70, Takechi apenas dirigió películas. El gran precursor del género pink prácticamente estuvo desaparecido durante los años de máximo apogeo.
Pero al fin, en 1981, Takechi decidió regresar a lo grande. Y lo hizo con un remake de su obra más conocida, Hakujitsumu, conocida en Occidente como Daydream. El director quiso que la película fuese un paso más allá. Una reivindicación de su figura como artista y erotómano. Aunque esta nueva versión sigue las pautas de la obra original, Takechi sustituyó la sutileza onírica de la original, por una mayor explicitud carnal. Incluso se armó gran revuelo en Japón cuando la actriz protagonista, Kyoko Aizome, declaró que se había practicado sexo real durante la filmación de las escenas. Esto puso en alerta al Eirin, la censura japonesa, que rápidamente avisó a Takechi que jamás dejaría exhibir un film tan explícito. Entonces el director decidió reaccionar "artísticamente" a la censura, y en lugar de los habituales puntos negros y recortes, decidió incluir imágenes de otros fotogramas. Así, en lugar de genitales, vemos primeros planos de placer insertados dentro de los planos generales. Es algo realmente extraño, y que merece la pena ver. Takechi lo llevaría aún más allá en la segunda parte del film.
Y así, la película quizás pierde algo como experiencia visual, ya que la escenografía ni los movimientos de cámara están tan elaborados como en su predecesor. Y también hay algunos detalles más groseros, imagino que también fruto de que los medios, ni los técnicos que participaron, se podían comparar con los de hace 20 años. Hay que tener en cuenta que en el año 1981, la industria cinematográfica japonesa está en una crisis enorme, de la que ni siquiera los pinkus de bajísimo presupuesto y producidos en serie les podía salvar. Así que estamos ante un Takechi más cansado, menos perfeccionista, pero que sustituye eso con irreverencia erótica. Como curiosidad, añadir que el papel de malvado dentista lo interpreta en esta ocasión Kei Sato, una figura habitual en el cine japonés de los años 60.
Existe también una versión sin censurar de la película, que se exhibió en EEUU y en Europa, donde el auge de la pornografía en los años 70 había relajado las leyes sobre obscenidad. Takechi pudo estrenar así la versión hardcore, que por lo visto debe tener más diferencias, ya que aquella dura poco más de noventa minutos, lo que es una diferencia de 15 minutos con la que yo os presento aquí. Me gustaría traeros la versión sin censurar, pero de momento solo hay copias en VHS y en malísimas condiciones.
Nada más, espero que os guste la película y el ripeo. En breves subiré también su segunda parte, realizada en 1987, que, como veréis, tiene también muchos atractivos