Pues nada, ya está vista.
La verdad es que tenía unas enormes ganas de ver una película de Johnnie To y no me ha defraudado en absoluto. Que no sea una película propiamente de acción (Vengeance tampoco es que me resultase muy entusiasmante) no es realmente un problema tratándose de este hombre, porque a estas alturas y llevo ya unas cuantas, no he visto ninguna película mala suya, sea del género que sea. Ni tan siquiera mediocre.
Si Sparrow era una especie de musical protagonizado por carteristas, Life without principle es una especie de musical pero con dinero (en fin, en cierto modo, carteristas peores incluso que los otros). Tras un desconcertante principio bancario (que supongo que también tiene algo de didáctico en el papel de la abuela que quiere ganar más dinero para llegar a fin de mes... no olvidemos que To hace cine comercial y estos mensajes supongo que ayudan), de repente la película se pone en marcha, y ya es puro movimiento, al ritmo marcado por los tics de Lau Ching-Wan, que cuando se pone está realmente magnífico, y aquí se pone, y de qué manera. To maneja los tiempos y la cámara como pocos y ya sólo es cuestión de dejarse llevar plácidamente, de ver como minuciosamente, como el artesano que es, va colocando pieza a pieza en esa maquinaria hasta el final, que te deja con una sonrisa.
Cuando uno ve una película de este hombre le queda la extraña sensación de que todo es muy sencillo. Hasta las escenas más complicadas en sus manos parecen algo fácil, una mera cuestión de poner las cosas en su sitio y dejarse llevar. Y ahí está su lección, fundamental en el cine hongkonés de estos años, tan lleno de cosas que sobran por todas partes. Y su grandeza. Para hacer cine no se necesitan un montón de efectos especiales, cientos de extras, montones de laca, guiones enrevesados con escenas pegadas para intentar agradar a todo el mundo. No, simplemente se necesita saber hacer cine. Y To sabe, y de qué manera...
Imprescindible.
Fingo, ¿y si extraes el audio de la película y cortas los créditos no acabarás antes?