Pues he aquí un Mizoguchi, en palabras de Tadao Sato, quintaesencial. Filmada en medio de su período Daiichi, con guión de su socio Daisuke Itô, basada en una novela de Natsume Soseki (que sería adaptada en dos ocasiones más al cine, una de ellas por Nobuo Nakagawa), Gubijinsô tiene suficiente interés en sí misma como para no ser despachada como una película puente entre el Mizoguchi artesano y el Mizoguchi autor. Ya está aquí el estilo de planos largos, pero no es el estilo lo que más llama la atención sino el modo difuminado y excéntrico (muy de Itô, muy en consonancia con el dubitativo personaje principal) de ilustrar una historia de contraposiciones y deseos cruzados, de deudas morales familiares, ambiciones y sobre todo indefiniciones masculinas. Más tarde Mizoguchi encontraría a Yoshikata Yoda y las historias darían más pie a lo elegíaco y a la poesía. Entretanto nos queda esta Poppy, en la que además merece la pena señalar un detalle curioso: los matices de actuación de teatro shinpa que aporta Chiyoko Okura en su papel de mujer desengañada y abandonada.