Bueno, pues merecía la pena esperar tantos años para conocer a Kawashima. Esta Suzaki Paradise es en sí un shomin-geki muy peculiar, una película de encuentros, desencuentros y reencuentros, cuyos protagonistas principales son gente tan glamourosa como un repartidor de soba y una camarera de pasado sombrío y que se desarrolla en un lugar de tanto estilo como es un bar a las puertas de una zona ejem recreativa masculina. Hablaba antes de puentes, y tienen una importancia fundamental en la película, que empieza, se desarrolla y termina en puentes: el primer puente separa, el tercero une y el de enmedio, el que lleva a Suzaki Paradise...lleva en efecto al más allá. Hay escenas magníficas en la película, como el retorno del marido en forma de sandalias furtivas y de sombra que se desliza, o el vagar del marido traicionado por el barrio de Kanda, o el travelling inicial, único vislumbre del interior de Suzaki Paradise, o mi favorita, la espera de la ex-camarera en el bar donde trabaja su ex-marido con esa canción que le da a la escena un aire tan surreal como solo pueden serlo las relaciones humanas. No hay moralinas aquí: una caminata en busca de venganza acaba por agotamiento, y al despechado y agotado marido le ofrece la mitad de su comida un trabajador de la construcción. También hay toques de sentido del humor peculiares: frente al drama humano de una zona de prostitución se nos presenta la escena de la madre abroncando al hijo que utiliza un condón como globo. En fin, no quiero acabar sin alabar la magnífica y atípica banda sonora.
Gari, trae más Kawashimas