Madre mia, que cosa mas burra de película.
Esa recarnación de Belcebú con cámara que es Sono no se ha limitado a volver a sus fueros, sino que le ha dado por ir mas lejos que nunca. Ha dejado esa especie de resurección de la Cat III hongkonesa a la altura del melodrama romántico coreano. ¿Dream Home gore? Publireportaje de colegio de monjas es lo que es en comparación con esto.
Vuelve a retomar su utilización del nucleo familar como fuente de todas las barbaridades posibles y origen de toda insastifacción vital de forma violenta y rabiosa como siempre, pero en este caso como probando sus propios límites y riéndose de ese tan manido término de la "autocensura". Y miedo me da que siempre me da la impresión que Sono aun puede ir mas lejos, y eso que aquí anda bastante cerca de cualquier límite conocido. Toda la parte final es absolutamente inmoral pero al mismo tiempo aplastantemente rotunda en lo que a mensaje de liberación de traumas y complejos personales se refiere, algo que siempre suele ser el fondo ideólogico que subyace en casi toda su filmografía.
Ni siquiera le voy a poner pegas a su duración y falta de concretismo, ya que es algo que ha estas alturas ya es parte fundamental de su característica como director. Sono rueda con el cuchillo entre los dientes, y pedirle ha estas alturas que sea mas comedido y "profesional" a la hora de plantear su cine sería pedir que su cine dejase de ser como es, o sea, absolutamente único y aplastante, tanto para lo bueno como para lo malo.
Maldito cabrón drogadicto, ni se imagina lo feliz que nos hace a algunos que exista y que siga haciendo este tipo de películas que ningún otro tiene cojones de hacer.