Trailer:
Debut en la dirección del hasta ahora director de fotografía Kim Myeong, con un documental en el que se introduce en uno de los temas que mas me intrigan e interesan de la sociedad japonesa moderna, y es el de los coreano/japoneses, esos descendientes de la masivas emigraciones (forzadas o no) que desde Corea se produjeron hacia Japón durante la primera mitad del siglo XX. Principalmente siempre me llamó la atención la creación de comunidades en las que estos descendientes procuran aislarse de "lo japonés" y relacionarse principalmente entre ellos, y la filiación de muchos a la ideología Norcoreana, que no es precisamente muy politicamente correcto dentro de Japón.
Y precisamente estos temas (y muchos mas) son los que toca este documental, ya que el director se desplazó a la única escuela coreana (escuelas exclusivas para japoneses de origen coreano) de Hokkaido, centro administrado por el Chongryon, asociación de filiación norcoreana que es la segunda mayor de Japón de coreanos en Japón. Para ello durante tres años convivió con los alumnos (desde la primaria hasta la secundaria alta) y profesores del centro, creando sobre todo un tremendo retrato humano y vital.
Realmente la escuela recuerda poco en comparación a la visión típica de los centros japoneses. Aquí los alumnos mayormente se autoorganizan, tomando la iniciativa en temas tan variados como elegir el uniforme escolar o organizarse a nivel de estudios. También la comunicación con los profesores es en muchos casos tremendamente abierta, creando mas que la imagen de un centro de estudios al uso, la de una gran comuna de caracter familiar. Sin duda mucha culpa de eso la tiene el mismo contexto del sitio, una escuela aislada en medio de Hokkaido en la que muchos alumnos se ven obligados a pernoctar, algunos incluso durante todos sus años de estancia en la escuela, a causa de ser la única de su tipo en toda la isla y las grandes distancias que en algunos casos les separan de sus poblaciones de origen. Así no es de extrañar que los vínculos que se crean sean especialmente familiares.
El asunto político de la educación en este caso no parece tan acentuado a como se dice que es en otras escuelas pertenecientes al Chongryon. Se les educa eso sí en un nacionalismo a ultranza coreano, estando totalmente identificados como coreanos de pro y para nada como medio japoneses. También los coros de la escuela se marcan algunas cancioncillas de esas patrióticas hasta la muerte, y algunos libros de texto que utiliza la profesora de coreano se nota que le vienen directamente de Pionyang pero bueno, nada grave.
Pena que el director no pudiese acompañar a los alumnos a su viaje de fin de curso a Corea del Norte (según parece siendo surcoreano solo se puede entrar desde Corea del Sur, pero no desde Japón), aunque tuvo el tino de darle una cámara a una de las alumnas para que al menos grabara algo. Hubiese sido interesante.
Y claro, por muy documental que sea, es coreano, con lo que las toneladas de lágrimas y la enfermedad terminal de rigor están aseguradas
Pero sobre todo y ante todo y fuera de interpretaciones sociales o políticas, es un documento tremendamente entrañable, en el que resulta imposible no encariñarse con todas las personas que en él salen, sean alumnos, profesores o familiares.