El mayor calificativo que puedo darle a esta película es de demoledora. Demoledora del falso mito de la sutil armonía que reina en la sociedad japonesa a la que aquí se acusa de apatía, más a los medios de comunicación por su papel de transmisor de noticias que haga despertar a esa sociedad, frente a la degeneración de la policía nipona. Parece ser que la está basada en diferentes hechos reales investigados por un periodista.
Que a nadie le asusten los 195 minutos que dura, en ningún momento se hace pesada mientras te quedas boquiabierto preguntándote cómo pueden ocurrir esas cosas en un país supuestamente democrático.
Los subtítulos espero que estén este fin de semana.