Vista. He disfrutado como un enano. Lo tiene todo: un terremoto (precisamente en Kobe), brechas espacio-temporales, monstruos y muñecos, peleas, canciones, una señorita adorable que se llama Midori (igual que la de Arale), efectos especiales cutrones... Alucino con la facilidad que tiene el cine japonés, y especialmente el de Obayashi, para mezclar géneros, incluso dentro de una misma secuencia: hay un momento de bastante acción y tensión, luchando contra el monstruo, y mientras tanto la señorita se dedica a tocar al piano una empalagosa melodía de Joe Hisaishi. También llaman la atención las dosis no desdeñables de violencia, muerte y destrucción, y el final no precisamente feliz. Todo eso es impensable en el cine infantil occidental. Lástima que la calidad de imagen sea tan regulera. Durante las escenas oscuras, y hay bastantes, no se ve prácticamente nada. Además, aparte de los subtítulos en inglés para los diálogos en japonés, en un lateral de la pantalla aparecen los subtítulos en japonés para los diálogos en inglés. Muy marciano.