Si toda la película fuera como los últimos 40 minutos, ahora estaríamos hablando de un clásico del cine de Hong Kong.
Pero en fin, es una película llena de chorraditas. Especialmente molesto esa necesidad de trascender el género, de querer erigirse en gran obra, de tener un discurso más allá de lo que propone la película. Y cosas bastante feas, como la persecución en coche a ritmo de villancico o la explicación de la historia de la mujer de Nick Cheung, especialmente un plano horripilante, un travelling paralelo de Nick Cheung bailando sin pareja en la oscuridad. Esa preocupación por tener que explicar las conductas de sus personajes, por plantear conflictos artificiales, termina por restarle muchísima autenticidad a la película.
Y mira que cuando se dedica a lo que se tiene que dedicar es buena la jodida. Y es que joder, Hong Kong es el único lugar del mundo donde los directores filman mejor cuando solo tienen una fracción de segundo para pensar que cuando tienen varios minutos. Ellos hacen fácil lo difícil y difícil lo fácil. No es una excepción Dante Lam, que cuando se pone a rodar escenas llenas de adrenalina demuestra ser uno de los mejores. Esos 35-40 minutos finales son una gozada, el robo a la joyería, la traición de Dee y el final en la escuela, una maravilla. Violento, sin explicaciones ni justificaciones, visceralidad pura y dura, que es lo que tiene que ocurrir cuando estás entre la vida y la muerte.
Y por todo eso, yo prefiero Fire of Conscience, que era más loca y menos reposada, aunque también tenía sus cosas chungas. Pero su intriga también me gustaba más, porque planeaba con mayor acierto y más profundidad dramática la capacidad para ejercer la justicia de la propia ley ("cuando la ley es injusta, la justicia pasa por encima de la ley" dijo Godard). También puede influir que FoC la vi en un pantallón de cine en tercera fila y quedé totalmente shockeado. Aún así, en general, The Stool Pigeon me parece más mecánica y artificiosa. Pero bueno, bien.