La cosa está en que si eso fuera una elección del director, pues aún, pero viendo que lo hacen todos los directores actuales del cine de Hong Kong, yo diría que es cosa de los tiempos que corren allí. Todos esos fallos en realidad no son de The stool pigeon (incluso ésta los tiene en menor medida): son el mal terrible que asola al cine hongkonés de los últimos años. La duración, la medida, los efectos baratos pero efectistas, los efectos especiales desatados, la sangre que no es sangre, las historias que sobran, los chan, los flash, todo eso no existía en el cine hongkonés, que precisamente se pasaba de concreto y de artesano (se pasaba de una escena a otra sin preocuparse ni de darle un sentido de continuidad, y utilizaba un montaje a golpes de machete, en el que lo importante, lo único que lo motivaba era avanzar, avanzar siempre... he visto cientos de películas hongkonesas en las que la trama avanza y avanza y ves que sólo quedan diez minutos, u ocho, o cinco, y que no llega la escena final, que sabemos que está, esas exhibiciones de poderío y locura... y sin embargo llegaban, y siempre te sorprendían... con apenas un puñado de minutos... ¿y ahora? Necesitan minutos y minutos, horas, para no llegar a ningún sitio).
Al cine hongkonés se le exige más... Mejor: se le exige otra cosa. Lo que en otras cinematografías sería más de lo mismo, aquí jode, y mucho. Porque nos habían habituado a esperar lo inexperado, y ahora es más de lo mismo. The stool pigeon es una película de este tiempo que sueña con ser una película de otro tiempo, y eso produce inevitablemente un resultado algo paranoico. Y precisamente nos lamentamos de eso, de que no logren deshacerse de los vicios presentes para dejarse perder en los vicios de otro tiempo...