Película totalmente recomendable, en la que el protagonista es la arena, un elemento muerto, pero omnipresente.
La trama argumental en torno a los dos protagonistas es casi irrelevante, una excusa: Teshigahara trasciende la novela de Kobo Abe (más psicológica) y filma el tiempo, los movimientos de tierra, el silencio del calor, los ruidos de la noche, el sudor opresivo e invasor de la necesidad, el ansia de no poder lavarse, el agobio de no ver, el ahogo de no respirar... Los planos en blanco y negro son increíbles, parece mentira que esos minúsculos granos de tierra puedan asustar tanto cuando se mueven. En esta película, claramente, la naturaleza domina al hombre y a la mujer..., que se limitam a "vegetar" y a dejarse dominar. Creo que ése es el mensaje.
Un abrazo