Pude verla felizmente ayer, y me sorprendió gratamente.
De entrada por la veracidad de la imagen. Quiero decir, no está cargada de filtros, parece todo grabado al natural, y en entornos poco preparados, con gente espontánea. Sin embargo cuida los planos, no está filmada al buen tuntún.
La historia, por otro lado, es cruda. Parece que quiera hacernos caer un poco en sentimentalismos (hijos enfermos) pero creo que más bien refleja la resignación y el tirar para adelante irremediablemente, que ya dios dirá. En el aspecto documental resulta interesante la rudimentaria elaboración de los panderos.
En este tipo de películas siempre me fascinan las caras, las gentes que van apareciendo quizá de manera más secundaria, en este caso en concreto es lo que más me sustrae o transportar al lugar donde trascurre todo, a esas remotas zonas del mundo que muy posiblemente nunca llegaré, en mi caso, a pisar.