jidaigekipedia.comHelena de TroyaEn estos últimos meses he estado dando un repaso a mi colección de jidai-geki, volviendo a ver todos los títulos que la componen para comentarlos con la memoria fresca. He encontrado tanto películas que me gustaron mucho más la primera vez, como películas que no supe apreciar en su momento y que ahora me fascinan. Mi toma de contacto con
Samurai Rebellion allá por el 2005 o 2006 cumplió con las expectativas sin llegar a maravillarme. Sin embargo, en esta ocasión me ha transmitido una historia poderosísima que Masaki Kobayashi trata con habilidad y maestría, sin nada que envidiar a la encumbrada
Seppuku.
Sinopsis: el señor del clan Aizu ha expulsado del castillo a Ichi, la madre de su segundo hijo, por haberle abofeteado en un ataque de furia. A Yogoro, primogénito de uno de los vasallos más importantes, se le concede el dudoso privilegio de casarse con ella, provocando el desagrado y el rechazo de su familia, los Sasahara. Con el tiempo, Ichi se gana el amor incondicional de su marido, pero de nuevo su señor interviene con una dolorosa reclamación.
Antes de nada voy a situar brevemente el marco histórico en el que tienen lugar los acontecimientos. Nos encontramos en la era Kyoho (la misma de
Gonza the Spearman) y el shogunato está en manos de Yoshimune Tokugawa, biznieto de Ieyasu. El clan Matsudaira tiene varios brazos importantes en su genealogía, y en concreto, de uno de ellos desciende la familia de los shogun (Ieyasu Tokugawa se llamaba Takechiyo Matsudaira al nacimiento). Otra de las ramas familiares es la del clan Aizu, que por aquel entonces tenía como lord a Masakata Matsudaira, a quien vemos en la película.
Samurai Rebellion relata el drama de una familia de vasallos que se convierte en el juguete del hombre al que sirven, incapaces de desobedecer ninguna orden a riesgo de perjudicar incluso a sus parientes. Vemos la peculiar relación que hay entre marido y mujer, méramente funcional y basada más en el respeto que en el amor. Ellas cuidan de la casa, engendran y cuidan de los hijos, mientras que ellos sirven al clan heredando el cargo y el estatus del padre.
Todos y cada uno de los actores participantes superan con nota las exigencias interpretativas de sus papeles, en especial Toshiro Mifune (Isaburo Sasahara), Yoko Tsukasa (Ichi) y Go Kato (Yogoro). Tatsuya Nakadai está también estupendo representando a Tatewaki, aunque se trata de un personaje secundario.
La acción se concentra en los últimos 15 o 20 minutos, con coreografías que se exceden en su teatralidad, ralentizando cada movimiento y obligando a todos los enemigos a detenerse antes de ser golpeados. Ni siquiera se salva de esto el legendario combate entre Mifune y Nakadai, que tantos fotogramas ha dejado para la historia y en el que las espadas se buscan descaradamente en cada intercambio. En cualquier caso que nadie se confunda, en el jidai-geki se valora más la elegancia de las escenas de lucha que el realismo y la espectacularidad, así que dejo esto como advertencia y no como queja.
Mi evaluación final es previsible... una obra maestra en toda regla y sin duda una de las diez mejores películas del cine de samuráis.