¡Hola!
Vengo desde hace un tiempo revisando toda la obra de este autor, que me parece imprescindible no en el cine taiwanés ni asiático, sino en la historia del cine mundial. Antes de este repaso, ya había visto casi todas sus películas, aunque no ésta, y me temo que voy a ser profundamente contradictorio en este comentario: porque me parece una obra de intrínseco valor, un ejercicio imprescindible que no me ha gustado en absoluto.
Intento explicarme: llevar al límite, no, mejor: llevar más allá del límite tus constantes, tus obsesiones y tus recursos artísticos es lo que me parece un ejercicio imprescindible para cualquier autor, pero no necesariamente para el espectador. Y creo que tal es el caso en
Visage. Todas sus señas de identidad están llevadas al extremo: la simbología (su semiótica: no me moriré sin escribir un estudio sobre Tsai Ming-liang y el agua), la preponderancia del lenguaje secuencial frente al literario y la desarticulación del mensaje van más allá de su ya de por sí arriesgado trabajo anterior (que adoro, incluido ese
Goodby Dragon Inn).
Y es ahí donde me pongo a pensar en otro extremo: casi todo el cine de este autor (con mayúsculas) tiene mucho de introspección, de trabajo hecho para sí mismo, pero también para el interlocutor, y me parece que
Visage también es extrema en eso: es un corolario privado más que un mensaje que busque al espectador. Lo digo porque Tsai Ming-liang me parece precisamente un director que le reserva siempre un espacio propio al espectador, pero me da la sensación de que eso no le ha preocupado en absoluto en esta ocasión.
Por eso, como advenedizo con gusto por estas a veces inaprensibles cosas de la creación, me ha parecido un trabajo interesantísimo, que teniendo presente su cuerpo de obra anterior cobra un valor de análisis insólito en el cine de hoy. Pero como mero espectador de una película me he sentido desatendido.
Añado: la Casta moza no le hace ningún favor actorial al tema.