Bueno, bueno, bueno, pues ya la vi. En fín...
Dennis Law es sin duda uno de los guionistas más lamentables que ha dado el cine hongkonés (y tiene su mérito) y un director mediocre como pocos, pero como productor, digamos, persona que reune a otras personas para hacer una película, la verdad es que no tiene ni mal gusto ni mal ojo. Cuando se le pase la manía de hacer las dos primeras cosas y se limite a poner el dinero y marcharse a unos mil kilómetros de distancia, pongamos a alguna aldea perdida en lo más profundo de China, entonces tendremos muchas cosas que agradecerle. Esta vez se ha superado a varios niveles: el guión es uno de los más estúpidos imaginables, con unos diálogos inéditos en el cine de acción (y más cantonés), que van desde la meteorología a la liga inglesa de fútbol, y que nos hacen dudar seriamente sobre la capacidad mental del señor Law. Al final, tenemos dos películas, una someramente aburrida, dirigida por Dennis Law y otra tremendamente intensa dirigida por Nicky Li, director de acción, que nos ofrece todo un espectáculo de contundencia "vieja escuela" (y ahí está el gran Michael Chan Wai-Man para al menos testimoniar que hubo otros tiempos, más felices), puesto al servicio de la tremenda Jiang Lu-Xia, reencarnación de otra de las grandes, Yukari Oshima. La diferencia entre hacer gimnasia y dar hostias pasa por Jiang Lu-Xia. El cine de acción hongkonés tiene finalmente a su nueva gran estrella femenina que además sabe hasta llorar (el gran punto debil de los hombres de acción hongkoneses... ver Jackie Chan o Jacky Wu). Haciendo de muda (en plan retador... aunque no hay nada a lo que retar... es otro mundo), la china se merienda la pantalla y ofrece una nueva exhibición, a la espera de una película redonda que la ubique finalmente en el cine de acción, más allá de tenerle que salvar la película al director de turno.
En definitiva, gran película en su parte acción, guión lamentable, fotografía de Herman Yau, ver con el mando a distancia no muy lejos.