Yo no sé en que momento de la historia del cine despidieron a todos los guionistas y prohibieron cortar a los montadores, porque de otro modo no me lo explico. Llevo ya no sé cuantas películas recientes que superan las dos horas y ninguna tiene ni por asomo motivos para hacerlo: es más, necesitaban realmente alguien que les hubiera dicho, mira, no chico, ruedas muy bien pero el ritmo de la película está más que jodido. Digamos que el cine de autor se cargó una cosa (muchas): al guionista. Todo el mundo pensó que un autor de verdad debía dirigir y escribir, porque de otro modo ¿qué autor era? Pero claro, no todo el mundo es Godard. Y ahora estamos volviendo a un cierto autorismo egocéntrico que ni se plantea cortar nada y que son capaces de cualquier cosa por un movimiento de cámara... Dicho lo cual, tenemos Thirst.
Cuando llevaba hora y cuarto de película pensaba que esta película era lo más insoportable con diferencia que había visto este año... Si hubiera tenido una estaca se la hubiera clavado yo mismo al vampiro y de paso a Park Chan-wook, director que me gusta mucho pero al que evitaba en sus últimas películas. Pero entonces y de repente, la película empieza a funcionar (no totalmente, pero funciona) y es como que otra cosa, hasta llegar a ese momento final realmente conmovedor y brillante, con el que estamos tentandos de olvidar el via crucis que nos ha hecho pasar hasta llegar a ese punto. Chan-wook es uno de esos capaces de cualquier cosa por un movimiento de cámara. Así se tira más de una hora dándole vueltas y vueltas y más vueltas a algo que se cuenta en diez minutos (igual se podía haber visto unas cuantas películas de la Hammer) y que se convierte en una carrera de fondo a la que uno llega con la lengua fuera. Un guionista mínimamente habilidoso, un director menos egocéntrico (si, este hombre está desatado) y un montador con una cierta libertad, podrían haberse ahorrado viajes a África, milagrerías (pese a joderle a Óscar jeje ), veinte minutos de relaciones sexuales consecutivos (para verle las tetas a la actriz y decir lo que quería decir nos bastaban tres o cuatro), dos o tres visitas al otro cura y qué se yo... Un poco de economía narrativa... Lo jodido, ya lo decía Chéjov, no es escribir: es emplear la tijera. Y ésta empieza a brillar por su ausencia.
Lo que podía haber sido una película intensa y poderosa (a la manera de Simpatía por Mr. Venganza, para mi la mejor suya, y Oldboy) se diluye completamente e incluso en su última parte, aún metidos en un ritmo superior, el guión nos sigue regalando con exquisiteces (a ver para que narices insisten tanto en el ahogado... yo lo sé: para que Park Chan-wook pueda meter agua en un armario...).
En fín, estas cosas me joden especialmente porque hemos perdido una película importante. Igual siendo un poco más exigentes con este hombre logramos que se centre un poco, pero me temo que seguirá haciendo lo que se le ocurra y como se le ocurra, porque después de todo parece que no hace nada mal, haga lo que haga... Pero lo cierto es que no creo que estas películas pasen a la historia del cine de ninguna manera y que la gente le seguirá recordando por Simpatía por Mr. Venganza y Oldboy, y después de todo no está mal, porque al menos se le recordará por algo.