Vista. Séptima película de la portentosa colección
Edogawa-Akechi y sexta que yo veo, esta vez con el aliciente de esos flamantes subs de
pazguaton Ésta está muy a la par con la anterior «Edogawada» de Jissoji, la de
Watcher in the Attic: comparte mucha de su estética visual y también la sonora, pues de nuevo se acompaña con una música dodecafónica alternada con percusiones arrítmicas. Como aquella, esta de 1997 o 1998 (se hizo en el 97, pero la fecha de estreno es mayo de 1998) cuenta con un buen manojo de escenas «S», vertiente
kinky (S&M) y
grotesque; lo curioso es que la mayor «perversión» de ésta sustituye lo muy explícito (cuasi-XXX) de algunas escenas de la de 1993 y casi parece moderada por comparación
En tema guión, bueno, no he leído ningún original, pero tengo una muy fuerte sospecha de que las novelas detectivescas de Rampo Edogawa en sus adaptaciones cinematográficas han sufrido una cierta transformación por la cual se ha acentuado sobremanera lo «rarito» de sus historias en perjuicio de lo detectivesco, y no hay modo de que puedan compararse con los enredados complejos lógico-deductivos de las películas de, pongamos, Kosuke Kindaichi. En esta de Jissoji, por ejemplo, la investigación del detective –¡aún suerte que aparece!– comienza sólo después de que se nos han explicado todos los hechos junto con sus protagonistas: la única sorpresa será, pues, cómo descubren al asesino. Y descubrir ese cómo tampoco es exactamente emocionante que digamos. (En esta ocasión, tenemos como novedad el uso de técnicas psicológicas en investigaciones criminales, en particular tests por asociación de ideas.) Pero esto parece ser lo menos importante. Bueno, para mí desde luego ha sido lo menos importante. Lo mejor de la película es su estética, diría que un escalón por encima de la de su predecesora (Watcher...).