Este hombre realmente no es de este mundo (el cine coreano) y ni tan siquiera de otros mundos (el cine francés)... Está en un lugar en el que sólo él se encuentra, en el que no tiene que rendir cuentas a nadie, con sus personajes, sus movimientos de cámara, sus conversaciones, sus cervezas, sus comidas, sus encuentros y desencuentros,... Da igual que la película dure diez minutos que más de dos horas... Nos da igual porque parece que todo discurre al mismo ritmo que nosotros, que simplemente es un momento más de nuestras vidas... Es cierto que su cine es deudor del de Rohmer, pero no es menos cierto que también tiene algo del de Rivette... Como en el cine de este último, la duración es una cuestión relativa, simplemente por eso, porque no estamos viendo algo: lo estamos viviendo, nos estamos dejando llevar por él, somos uno más...
Igual alguno pensará que hacer este cine es sencillo y sin embargo es endiabladamente difícil... En su cine, cualquier cosa da más puede hacer que la película se resquebraje, que se desmorone, porque siempre está en equilibrio, en un sutil equilibrio. Like you know it all es así. La historia es casi ninguna, más allá de un director de cine que vaga por ahí. La historia es, como en la vida, los encuentros, las conversaciones, las personas y los lugares,... Y sólo cuando todo termina, es cuando sabemos que hemos asistido a algo más, un fragmento importante de cine... y que precisamente, el cine tiene que ser eso...