Como suele suceder en las trilogías, la parte central es la que ofrece las impresiones, si no peores, sí más discretas. Además, comienza a agravarse el problema que describí en la primera parte: deja de ser todo creíble y empezamos a tener que aceptar comportamientos colectivos infantiles y borreguiles de la sociedad que por mucho carisma y medios que tenga el villano, requieren una suspensión de la incredulidad estratosférica. Además, el final de la película es menos cerrado que en la anterior y queda todo algo cojo. O se ve la tercera parte o no tienen sentido la mitad de los detalles.
También creo que la narración es menos fluida que en la anterior película. Hay más saltos, más flashbacks puntuales, poca explicación de los interrogantes visuales y argumentales. Un visionado con un nivel de atención no especialmente intenso puede conducir a perder bastantes cabos del hilo argumental.
Le seguimos dando un Ver.