Ya la he visto.
Yo también conseguí bajármela en un periquete; es cierto que aquí en Japón parece que ha gustado bastante. A mi mujer, sin ir más lejos (es japonesa) le ha encantado. Yo, en cambio, no he llegado a tanto.
Bueno, quizás el éxito de la peli radique en que aborda un tema que, por lo que vengo observando, interesa bastante en Japón, que es el dilema de si sacrificar animales para comérnoslos es moral o no. La verdad es que, paseando por las calles de cualquier ciudad japonesa, uno no tiene la sensación de que los japoneses tengan demasiados escrúpulos a la hora de consumir carne, porque rara es la manzana que no cuenta con un restaurante de yakitori, o yakiniku, o shachumen, etc., etc., cuando no directamente un McDonald's... De hecho, es que pocas veces se plantean que para comernos un katsudon, por ejemplo, primero hay que contar con que un cerdito tiene que ser enviado al matadero, donde pondrán fin a su vida. En fin, siempre ha sido así y esta circunstancia nunca les había creado cargo de conciencia alguno. Pero últimamente parece que han empezado a reflexionar sobre el asunto, y hay quienes no parecen llevar muy bien esa insoslayable ley biológica según la cual para consumir un organismo vivo, hay que matarlo.
Es un debate que también se planteaban los personajes de la oscarizada Okuribito, recordaréis si la habéis visto. Ya digo que es un tema de candente actualidad en Japón.
Bueno, en cuanto a la peli, me parece que cae a veces en la lagrimilla y la sensiblería (también es algo muy recurrente en el cine japonés de hoy), pero reconozco un buen trabajo en la dirección de actores, pues bregar con una veintena larga de chiquillos en un rodaje no debe de ser tarea fácil. Hay momentos en que la peli se hace algo pesada, como por ejemplo los debates que se establecen en clase para determinar qué se va a hacer con el gorrino, situación en que se adopta un aire semidocumental que no le favorece mucho (resulta como la peli francesa La Clase pero con alumnos modositos, circunstancia que hace que la acción acabe siendo más tostonera aun), pues los chicos muestran una actitud algo artificial (la que les exige el guión, no es culpa de ellos), ofreciendo en el debate unas intervenciones extremadamente juiciosas y maduras, chocantes en alumnos del último año de primaria, sean japoneses o de la Polinesia, pues hemos de tener en cuenta que hoy en día a los niños se les enseña cualquier cosa menos a reflexionar y tener pensamiento crítico, supongo que porque tener ciudadanos reflexivos no le interesa a ningún gobierno del mundo, ni a ninguna empresa.
De todas maneras, reconozco que es una de esas pelis con alcance social, de esas que nos permiten saber más cosas sobre la sociedad que las produjo, así que le pongo un "ver".
Un saludo