Había leído algunas cosas de ella, pocas, para no estropear la sopresa, pero no pude evitar verla con ciertas expectativas. Pues bien, aún con todo, la vi, la saboreé y la disfruté, lo cual me sprprende enormemente, pues por lo general pienso tal y como se ha expresado Genjuro (muy interesante todo lo que se ha escrito en este hilo; mucho).
generalmente, mi sentido arácnido me mantiene alerta y me hace ser muy excéptico, provocándome especial aversión los discursos sociopolíticos, la lágrima fácil y el sensacionalismo... pero en esta película, a pesar de haber estado a punto de saltar innumerables veces, se mantuvo silencioso. Y eso me mosquea...
Pues sí, señores, puedo afirmar que "City of life and dead" no sólo me parece dignísima, sino, inlcuso, y por momentos, brillante
. Puede ser que la evidente contención dramática, la indiscutible elegancia del director, la fascinante puesta en escena apoyada la delicada fotografía en blanco y negro... y lo que es aún más sorprendente, el aceptable equilibrio emocional que los actores fueron capaces de imprimir a sus personajes, y todo ello en el contexto de una película china (tendente al exceso en todos los sentidos), haya hecho relativizar mis sensaciones... pero entonces recuerdo las escena del baile ritual del pelotón japonés a ritmo de los enormes taikos, los primeros planos en él de Kadokawa-san, la tremenda fuerza emocional de esa escena aparentemente trivial aunque espectacular, y me doy cuenta de que se trataba de cine de verdad; de buen cine. Y no de un mero panfleto.
Me cito a mi mismo en la también china "The Warlords":
Lamentablemente compruebo con disgusto la gran brecha cultural que hay entre lo que espera el público chino de la narración y personajes, y la cantidad de melodrama que yo, espectador más que curtido (falsas modestias al margen), soy capaz de soportar, es demasiado grande. Me resulta francamente molesto cuando todo ese exceso visual se traslada también al guión y los personajes -no creo que sea tanto problema de la capacidad de los actores como de lo que se espera de ellos-. Si pretendían que me emocionase, desde luego no lo han conseguido. Eso si, ruborirzarme, bastante. No contentos con el drama que ya aporta la historia, el director se empeña es subrayarlo con constantes primerísimos planos, como dice Luzu, para comprobar que, efectivamente, están todo el día llorando, y con ralentizados en las escenas que, se supone, el público tiene que tirar de kleenex, y apoyado todo ello en una banda sonora, efectivamente, de bochorno.(...)
(...)De todas formas, igual es problema mío. Me gustaría que los asiáticos en general, pero los chinos en particular, buscasen un equilibrio en la expresión de sentimientos: o son secos a morir, o melodramáticos hasta decir basta. Supongo que es su manera natural de expresarse. Es algo que va con su cultura operística y seguramente es lo que espera su público pero... como digo tantísimas veces, lo sutil está demasiado infravalorado.
Y también me voy a citar por lo opinado en "Three Kingdoms: resurrection of the Dragons":
(..)De todas maneras, aunque ya digo que la película al menos entretiene, me gustaría incidir en algo que ya apuntaba en el comentario de "The Warlords" sobre el nuevo Wuxia chino-hongkonés: ¿dónde están los toques de zen, los monos borrachos y los shaolines invencibles con ganas de restañar antiguas ofensas y robar a los ricos para repartir entre los pobres? ¿Dónde quedó el cierto individualismo aventurero del que hacían gala? Es que estas últimas producciones depiden un tufo propagandístico que tiran para atrás. Los protagonistas son todos héroes sacrificados, patriotas unificadores capaces de dejarlo todo atrás por el bien del renacido estado. Jo, a mí me dan miedito...
Es decir, se me puede tachar de muchas cosas, pero no soy un destaca sinófilo, precisamente... y viene al caso sería pueril pensar que una película de estas características pueda ser neutral o carecer de cierto mensaje propagandista. Sin embargo, "City of life and dead" se me ha parecido mucho más a un grito de rabia que a una consigna política.
En cuanto al catálogo de burradas que cita Genjuro... es que, por lo que me consta, el ejército imperial japonés las desplegó allá por donde pasó durante la década de los 30' y hasta la derrota del 45'. Pero burradas auténticas. Sin embargo, me dio la sensación de que el director superó la tentación de mostrar más de lo necesario y hay escenas que lo atestiguan (la más evidente: la escena de la niña... la cámara evita mostrárnosla y se queda en la horrorizada cara del padre. Muy bien), donde prima la sequedad -fogonazos de violencia incomprensible- sobre el efectismo. Ahora bien, la película no ahorra en mostrar horror y crueldad a mansalva, pero es precisamente tal cosa la que se quería denunciar; el sufrimiento de inocentes ante una violencia indiscriminada y el miedo y la locura que tanto en víctimas como verdugos (Kadokawa-san) con toda seguridad provoca.
De verdad que aún estoy estupefacto ante lo presenciado y mi opinión de ello. Pero así son las cosas.