Bueno, ya la he visto. A ver, creo que se escapan una serie de detalles muy importantes para entender esta película, porque sino parece que estemos hablando de no sé exactamente qué cosa.
Koji Wakamatsu realizó está película por la indignación que le causó The choice of Hercules (no la he visto, no puedo juzgar). Pensó que lo que contaba era una completa mentira y la rodó para contar la verdad, sin más. Y Wakamatsu podía contarla. ¿Y por qué podía contarla Wakamatsu? Por que su afinidad con el United Red Army es notoria y conocida. No olvidemos que el guionista de buena parte de sus primeras películas (al que le produjo unas cuantas además) fue Masao Adachi, director de cine también, sí, pero que abandonó su carrera como cineasta para entrar en las filas de este grupo, del que se ocupó de la planificación de sus acciones, sin llegar a ejecutarlas. Adachi, como curiosidad, formó pareja (y tuvieron una hija) con Fusako Shigenobu, que aparece en la película al principio, que es nombrada responsable de las relaciones internacionales y se marcha al Líbano (como el propio Adachi, por otro lado), donde se convertirá en una de las dirigentes del grupo más importantes, quizás la que más (de hecho es ella la que anunciará la disolución de la banda, allá por el decenio pasado). Cada año, Wakamatsu iba a su encuentro, donde estuviera. Digamos que uno había elegido la revolución presencial, otro la revolución a través del cine. Obviamente, si alguien puede hablar de lo que ocurrió en aquella montaña, es Wakamatsu, seguramente. No porque lo viviera, sino porque ha tenido información de primera mano. Por otro lado, sería un completo absurdo calificar a Wakamatsu de anti-revolucionario, obviamente, o anti-comunista, o simplemente parcial o yo qué sé.
La película se centra en ese incidente porque la película no va sobre este grupo, sino sobre ese incidente. El trailer no deja lugar a dudas al respecto. Toda la parte documental del principio es una mera presentación para lo que le interesa (y para ir "ayudando" a entender lo que allí ocurrió... o mejor, para dejar claro lo incomprensible y bochornoso, por no decir otra cosa, que fue). Que un grupo de lucha armada se dedique no a suicidarse (¡no se suicidó ninguno!), sino a matarse, en un ejercicio de auto-crítica que no era más que un burdo y cochambroso montaje de dos incapaces (el cobarde Tsuneo Mori y Hiroko Nakata, que podía pedir una auto-crítica a alguien por "ser guapa"), basándose en la búsqueda del verdadero revolucionario que más bien parece la búsqueda del verdadero gilipollas. Así, fríamente, la parejita en cuestión, con la ayuda de algún que otro camarada (cada vez menos animados), se cargó a doce compañeros, entre los que estaban gente que había hasta creado el grupo originalmente, pasado por la carcel, realizado acciones, etc. (cosa de las que ellos no podían precisamente presumir) Y no de cualquier manera, sino sometiéndolos a vejaciones de todo tipo. Es imposible defender una posición de izquierdas y a estos majaderos. Completamente imposible. Y por eso precisamente Wakamatsu rememora con un rigor espartano, tomándose su tiempo, en un lento desfilar de víctimas, para que sintamos vergüenza de aquellos días en aquella montaña. Wakamatsu que ya es zorro viejo, muy viejo, y no está para visiones románticas de las cosas, se pone del lado de las víctimas, también revolucionarios, y eso no le hace ser complaciente con nada, tampoco con la policía. Pero desgraciadamente las cosas son como son, parece decirnos.
La película es larga en exceso, seguramente, pero al menos ofrece una versión nada idílica de unos tiempos que no fueron gloriosos para nadie, ahora que se ha puesto de moda la mirada nostálgica sobre cosas por las que no se puede sentir nostalgia...