Esta película es alucinante. No os la perdáis por nada del mundo. Junto a Ocean Flame, Three Monkeys y Ponyo, la mejor película asiática de 2008 -para un servidor-. Dura, pero necesaria, con un discurso desolador, pero sincero, lo cual la hace aún más dura. Y tiene alguna secuencia que merece pasar a la historia, así de simple.