Completando el 2x2 de esta semana tenemos Big Brother Cheng, continuación de The teahouse, nos devuelve a Chen Kuan-Tai en el papel del dueño de una casa de té que es algo más que una casa de té, y que a través de sus trabajadores, cuenta un poco el día a día de la sociedad hongkonesa enfrentada al crimen y la delincuencia más descarnada. Bajo el lema de "la ley soy yo", el gran hermano Cheng se dedica a administrar justicia con métodos expeditivos, métodos que tampoco dudan en aplicar sobre él mismo sus eternos enemigos... Así, entre crítica a la justicia, inoperancia de la policía y métodos caseros, la película nos hace pasar un rato entretenido (a ratos un poco abochornados), con un final alucinante por dos veces y por distintos motivos...
Mención especial merecen el director y el protagonista de la película... Gwai Chi-Hung (el director) es uno de los directores más interesantes de la Shaw Brothers abismal de los setenta, periodo en el que dirige algunas de las películas más a seguir dentro del ese "camino al noir" (algunas de las entregas más interesantes de The criminals o The delinquent), hasta que decide pasarse al género de terror con obras tan conocidas como Hex y derivados, Corpse mania o The boxer's omen. Chen Kuan-Tai (el protagonista), por su parte, es uno de los últimos grandes actores de la Shaw, además de ser uno de los pocos maestros de artes marciales verdaderos con los que contó la productora hongkonesa. Su carrera fructuó desde unos comienzos de secundario hasta el protagonismo, que le llega con el personaje del gran hermano Cheng, momento a partir del cual le llegan cosas más interesantes, entre ellas Challenge of the Masters y Executioners from Shaolin, con Lau Kar-Leung.
Motivos más que suficientes para ver este curioso díptico de delincuencia callejera y justicia popular...